Israel Rojas, líder de Buena Fe. /Foto: Gabriel Dávalos |
Si uno se asomaba este domingo por entre la balaustrada de la casona de 17 y D podía, además de oír, ver. Era un palco de “llega y pon” en plena acera en el que algunos se quedaron buen rato con la nariz entrometida y la frente apoyada sobre la piedra limítrofe; mirando, reconociendo, apropiándose del momento menos glamoroso de una banda: cuando ensayar un tema se puede volver una letanía.
La música inundaba el barrio, y ya desde la calle 15 se podían reconocer las melodías de Buena Fe y la voz gentil de Israel Rojas, el líder de esta agrupación; un joven que parece dispuesto a discursar sobre Cuba todo el tiempo.
Maldita culpa. Llego y están precisamente escarbando en la culpa. Suenan el piano y la batería. Se oye a Israel: “Si corre el llanto // si no resulta, // lo que me jode,// lo que me insulta //…que la culpa //la maldita culpa //no la tiene nadie.” Y uno llena de culpables metafóricos, probables, innombrables, ese estribillo. Oírlo ahí, de primera mano, enardece.
Al fin termina el ensayo y llega mi turno. Le pregunto si sigue Progreso Semanal y me sorprende con un sí tan inmediato que me animo a pedir recomendaciones de lector interesado. Hemos pactado una conversación sobre Miami y el nuevo concierto que preparan para el 18 de septiembre en esa ciudad. Y cae todo junto como un torrente.
Israel Rojas: En Miami, aun cuando han cambiado algunas variables desde el punto de vista demográfico, y demográfico-político, la tendencia al “no me importa” es muy fuerte. La gente se va de Cuba pensando que sus carencias materiales se deben a la política y luego se desentienden de la política, hasta que les vuelve a llamar a la puerta. Pero mientras tanto no quieren participar, no quieren militar, no les importa. Están tan asqueados, tan atormentados, que no quieren saber nada de eso. Pero lamentablemente esa posición es un paso de avance si uno la compara con la tradicional postura de irse y convertirse en un enemigo de los procesos que se han vivido en este país. Irse y no querer saber nada ni de aquí ni de allá es lamentablemente un doloroso paso de avance. Es como venir de los números negativos al cero y ojalá que de ahí al “me importa un poco”.
Milena Recio: O sea, ¿te parece mejor la opción del apoliticismo que la de militar en contra de Cuba con una actitud acérrima como lo hicieron otras generaciones de migrantes en el pasado?
IR: Sí lo creo. Y por eso lo que le pasa a Progreso Semanal es que tiene que andar con unos contenidos muy alternativos, porque pretende encender el interés político desde allí sin extremismos. Progreso Semanal la tiene muy difícil porque en Miami el razonamiento más aceptado socialmente es “si te importa tanto aquello, regresa”. Y a eso algunas personas responden: –No, este es mi lugar, aquí quiero vivir, me siento bien aquí; pero eso no significa que no me importe lo que está pasando aquí en Miami y allá en Cuba, y quiero ser un ser humano racional que piense, que analice, que avance en función de lograr un puente, un objetivo.
Yo creo que Progreso Semanal tendrá que aprender mucho en materia de seducción, pero no pueden perder el rumbo que llevan; es una luz en función de lograr un cubanoamericanismo constructivo.
MR: ¿Qué sería un “cubanoamericanismo constructivo”?
IR: Sería alguien que tiene sus raíces en Cuba, que respeta profundamente a su país, respeta las decisiones que toman los cubanos que no son cubanoamericanos y que en consecuencia con eso tiende puentes; sabe que solamente respetando podrá ser respetado. Un cubanoamericanismo constructivo, según mi humilde juicio, sirviría además para construir una comunidad que tenga una voz identitaria dentro de Estados Unidos. Alguien podría decir que ya la tienen, pero yo digo que no es verdadera. Es prefabricada debido a una coyuntura sociopolítica que ya está cambiando. En el futuro, el peso político de la comunidad cubana podría ser similar al de otras comunidades como la dominicana. Y probablemente va a ser tragada, engullida, por comunidades más fuertes y numerosas como la mexicana, por ejemplo. Entonces ese cubanoamericanismo constructivo tiene que buscar las raíces y los puentes, zafarse de la Cuba que fue antes del ´59. Cuando un cubanoamericano siente con orgullo los logros de nuestros atletas, de nuestros artistas, de un político –¿por qué no?–, de cualquier cubano que haga algo extraordinario, es un paso de avance. El cubanoamericanismo anclado en el pasado y en el estribillo de que hemos vivido durante tantos años en una dictadura férrea, horrible, desgraciada, maldita, es como decir que los cubanos somos unos cobardes carneros por haberla tolerado. Siempre siento como una ofensa ese tipo de frases, porque yo no soy un cobarde; soy un hombre feliz; fui a la universidad, soy culto –aunque pueda seguir cultivándome–; tengo sueños y he realizado muchos de mis sueños y he visto realizar los de mi familia; tengo una participación política activa; voy a los 1º de mayo no porque me obliguen sino porque lo siento, porque me encanta, porque es una fiesta. O sea cada vez que alguien me tira en la cara ese pastel, yo sencillamente le respondo que me está irrespetando.
MR: Pero para lograr ese cubanoamericanismo activo, militante, de nuevo signo que tú estás postulando, ¿no sería necesario que también esa comunidad cubana pudiera participar de una manera más activa en los destinos de Cuba, del país nuclear?
IR: Sería maravilloso…
MR: ¿No sería imprescindible?
IR: ¿Cómo te lo digo con el corazón en la mano? Sería lo ideal. Pero ya sabemos que lo óptimo no siempre es lo práctico. Mientras se mantenga la histórica animadversión del gobierno de Estados Unidos, de sus clases dominantes, en su propósito de regir y dominar los destinos de este país, habrá muchos obstáculos.
MR: ¿Es posible que el gobierno cubano, el de hoy y el del futuro mediato pueda aliarse con su comunidad para establecer lazos más poderosos en función de consagrar esa idea de un cubanoamericanismo pro Cuba?
IR: Yo creo que todavía falta mucho por hacer en materia de riesgos políticos. Esa tarea le toca a nuestros políticos de hoy: saber apreciar cuáles son –lo digo en términos musicales– los plugs que le van faltando a la Patria, para crearlos; para que el que tenga el conector se pueda conectar a Cuba. Yo digo, por ejemplo, que es lamentable que a nadie se le haya ocurrido aún crear una organización, una sola, que tenga como miembros activos con pleno derecho a los de adentro y a los de afuera.
Mira, estamos en la sede de la Sociedad Cultural “José Martí”. El día que cubanos de Cuba, de Japón o de Barcelona puedan ser miembros…, ese día, vamos a empezar a dar pasos de avance porque se pueden canalizar esas inquietudes, con vínculos muchos más engrasados, más directos, más coaxiales, entre la gente. Yo creo que estamos obligados a eso. ¿Sabes por qué? Son cada día más los cubanos jóvenes que emigran. Perdemos un potencial enorme si Cuba no cultiva las maneras de aprovechar la relación con esos muchachos que han decidido residir en otro lugar. Ya sabemos que la motivación migratoria principal es económica, pero la vida no se detiene. La gente cuando llega comienza a tener otras motivaciones que pueden mutar o evolucionar hacia intereses políticos, a preguntarse por qué en el país no se hace esto o aquello. Y además, por qué no aprovechar también experiencias positivas que el cubano emigrado aprende en otros países: de administración, tecnológicas, de innovación, de nuevas formas de organización social que pueden ser provechosas para nuesta realidad. Nosotros los cubanos no nos las sabemos todas. Hay mucho que aprender.
Si tú miras la relación de Ecuador y el gobierno de Correa con su emigración, es un ejemplo de lo que podría ser en el futuro la relación de Cuba con su emigración. En Cuba se ha hecho mucho, y yo no creo que no haya voluntad de seguir haciendo más. Pero lamentablemente –te lo digo con dolor– mientras exista esa hostilidad por parte del país receptor (Estados Unidos), esa voluntad manifiesta, expresa, legal (porque es una hostilidad legalizada), es muy difícil hacerlo.
MR: ¿Y la comunidad cubana en Miami y en Estados Unidos podría participar en la demolición de ese status de relación entre los dos países?
IR: En sus manos está. Eso no está en las manos de los cubanos de Cuba. Nosotros podemos apoyar resistiendo, apoyando las causas justas del mundo; podemos aprovechar la multipolaridad que está tomando el mundo, para desarrollarnos. Pero que cambie más rápido está en las manos de los cubanos que ya están allá y que mañana serán ciudadanos norteamericanos y tendrán voz y voto. Si alguien que hoy vive en Estados Unidos me pregunta qué maneras tiene de ser patriota, yo le diría: –Ejerce el voto; hazte ciudadano y ejerce el voto. Tú puedes apoyar una tendencia distinta. Tú puedes decir: –No quiero apoyar el bloqueo, no quiero apoyar los actos de hostilidad; quiero cuestionarme por qué la USAID quiere venir con una sonrisa en los labios y con un puñal detrás; por qué puñeta se mantiene una situación hostil para con Cuba que no se repite –aunque se esgrimen las mismas justificaciones– con Arabia Saudita, o con China o con Viet Nam. O sea, está en ellos. Está en ellos informarse, ejercer esa voluntad. No es fácil; es muy difícil. ¿Tiene muchas variables? Las tiene. Pero yo creo que esa es la manera.
MR: Cuando ustedes salieron de Guantánamo, cuando todavía cantaban “Guantanamero” en 2000 o 2001, ¿pensabas alguna vez en ir a actuar a Miami?
IR: Jamás. Mira cuando uno comienza en esta carrera, uno está como pescado en nevera: con muchos sueños pero con los ojos abiertos y sin saber cómo funciona. Dentro de esos sueños está ganarse un Grammy, estar en los grandes espectáculos, llenar un stadium. Luego cuando uno se mete bien en este negocio y comprende su ABC se da cuenta de que si no está en esos circuitos muy mediáticos, muy de lentejuelas, cuesta mucho trabajo llegar a hacer eso. Los cubanos que lo han logrado casi todos doblan la curva de los 60 años. Y a uno le encantaría poder hacerlo joven, como un puertorriqueño, como un mexicano… Eso para un cubano que vive en Cuba es un sueño erróneo, es un sueño que si te tomas a pecho estás destinado a frustrarte. Lo mejor es soñar con otros caminos, con otras alternativas; con disfrutar cada concierto, tratar de llenar las plazas en Cuba y fuera de Cuba con los que te quieran oír. Uno quiere llegar a todo el mundo. No solo a las personas de izquierda, solidarias, que suelen seguirnos, que van por motivaciones políticas; sino también a aquellos que, siendo no tan politizados o de derecha, tampoco quieren que jueguen con su soledad, o se enamoran, sueñan, y comparten con nosotros algunas inquietudes humanas. Eso desde Cuba es una quimera, tal como funciona hoy.
MR: Por estar fuera del mercado musical…
IR: Y por las políticas de bloqueo, por las políticas de aislamiento, por la agresividad contra nuestro país… Corres siempre la suerte de tu país. Cuando descubrí eso permuté de quimeras. Me fijé sueños más realizables, menos frustrantes, que me permitieran hacer llevadero este trabajo tan divertido pero también tan esclavizante –siempre lejos de tu familia. Entonces mi Grammy está en el teatro Karl Marx, cuando la gente sale del concierto con los ojos agua´os, o salen contentos; cuando los pusiste de pie en un tema que tú específicamente querías que se lo llevaran a la casa y tú ves luego el feed back… Ese es mi Grammy.
MR: ¿Tu Grammy está también en llenar el Miami Dade County Auditorium?
IR: Sí, como ha pasado. Cuando pudimos ya llegar a Estados Unidos y descubrimos que había un público que se había llevado nuestra música desde Cuba, y que había contagiado a otros que no nos conocían y les pareció chévere el trabajo –no importa cuál fuera su signo político– y fueron a los conciertos, y lo disfrutaron… Esos son los premios que uno se lleva a la tumba.
Aquel primer concierto en el Teatro Artime… Hubo aquí alguna gente que se puso molesta porque tocamos en un teatro que tenía por nombre Manuel Artime, y yo te voy a ser honesto, yo ni sabía quién era, me enteré después. Y si me preguntaran les diría que para mi fue un orgullo tocar en ese recinto, no importa cómo se llamara. Por lo que pasó en ese concierto… Los que fueron allí -aunque luego nos odien porque luego descubrieron que nuestros postulados políticos son definitivamente revolucionarios y eso les molestó-, ese día se fueron felices. Ese día nosotros logramos que fueran felices, que se sintieran contentos, inspirados; aquellas canciones hicieron de ese lugar un trocito de Cuba. Y eso para uno es algo maravilloso.
MR: ¿Se volvió a repetir esa experiencia en Miami las próximas veces?
IR: Se volvió a repetir en el Miami Dade County Auditorium. La última vez que estuvimos sí fue una experiencia espectacular.
MR: ¿Es lo mismo que esperan para el 18 de septiembre?
IR: Queremos incluso hacer más. Porque queremos llevar un espectáculo que hicimos aquí hace tres años, que consiste en un homenaje al cine cubano a través de la música de Buena Fe. A partir de aquellas imágenes que nos acompañan siempre. ¡Coño te vas a morir y esas imágenes te van a acompañar! El grito de Luis Alberto García en Clandestinos –“Miralles, te la entrego viva, ¡está viva!…”–; las frases cómicas de Juan Padrón en Vampiros en La Habana; Miravalles cayéndole atrás a la vaca “Campanaaaa”…; o esa escena del joven Martí en El ojo del Canario, en que durante el juicio grita “Viva Cuba Libre”…
Debe ser un concierto hermoso, emocional, que nos hermane a todos desde la cultura, desde el cine… Comienza con “Cuba Va”, como un homenaje al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, y a partir de ahí va viajando por diferentes momentos del cine cubano a partir de canciones de Buena Fe. Eso ya lo hicimos aquí en Cuba donde las nostalgias son más de épocas que territoriales o de ambientes, y fue muy hermoso. Y se nos ocurrió que si lo hacíamos en un lugar como Miami donde las nostalgias están a flor de piel, deberá develar una cosa mágica. Yo sé que el 18 de septiembre, que es jueves, no es un buen día para hacer conciertos, que la crisis económica…; pero algo me dice que los que vayan a ese concierto se van a ir diciendo que menos mal que fueron…Y estoy muy contento con eso.
MR: Hay personas en Miami que viven queriendo tender puentes pero otras mantienen el rencor. Están dolidos, fueron maltratados, pasaron por situaciones muy duras en su vida debido a las políticas tanto de Cuba como de Estados Unidos… Mantienen una zona de no perdón ¿Qué tú le dirías a esas personas?
IR: En primer lugar les diría que les respeto su dolor. Hace poco yo conversaba con unos amigos, y les decía: –Tú te imaginas ahora que el país está permitiendo esto de los negocios privados, paladares, y esas cosas, si volviera una “ofensiva revolucionaria”… Hay gente que tenía su “paladar” (su negocio) y se fueron de Cuba porque se lo quitaron. Imagínate si esa gente lo heredaron de sus abuelos, de sus padres y justo cuando triunfa la Revolución en la que pusieron todas sus expectativas, un día perdieron su negocio familiar –que la vida demostró que además le era útil a la Patria. Ese es un pequeño ejemplo. A esa gente que no malversó, que no pisoteó a su pueblo, que no puso una bomba, yo, no solamente les respeto su dolor, sino que me solidarizo cien por ciento con ellos.
MR: ¿Y cómo podrían ser reparados?
IR: Yo no sé si algún día haya una cura para tanto dolor, una cura efectiva, una cura legal. Ojalá, te lo juro. Pero ya sabemos que la vida no es siempre es justa. No siempre te ama quien tú quieres que te ame, no siempre los hijos te salen como tú los diseñaste en tu cabeza, no siempre la salud te acompaña como tú quisieras y no por eso uno deja de vivir. Uno sigue avanzando, sigue amando a los hijos como salieron, sigue amando su cuerpo aunque te falte un pedazo porque lamentablemente el cáncer te mordió o un accidente te lo quitó. No hay manera de seguir adelante como no sea cultivando amor, apostando por lo positivo, tratando en lo posible de dejar atrás rencores, heridas y tratar de aprovecharlas para enriquecerse uno. Tomar la experiencia y avanzar hacia el amor, hacia el futuro, hacia la concordia, la misericordia. Les podría decir también ¿qué sería de este pueblo si nosotros nos quedamos anclados en el dolor profundo del atentado contra el avión cubano en Barbados o del profundísimo dolor que ha creado el bloqueo contra Cuba? ¿Qué sería de nosotros?
Mira, a mi me encanta la pelota y pienso en esto que han hecho de que no permiten que los atletas cubanos jueguen en la liga mexicana que fue algo hecho ex profeso, pa´ joder… Si yo me aparezco en un stadium a tirarle un huevo a un jugador de Estados Unidos, un muchacho que no tiene culpa por llevar el nombre de su país en el pecho… ¿Qué sería? Así la vida no tiene sentido. En Cuba hay ya una generación que entiende eso y que practica el perdón. Habría que preguntarles a algunas personas que viven en Estados Unidos si entienden nuestro dolor y si están dispuestos a practicar esa voluntad de acercamiento, de diálogo, de perdón. Solamente cuando seamos capaces de saldar esas deudas estaremos listos espiritualmente, que es lo fundamental.
MR: ¿Qué esperas de la prensa de Miami en este regreso?
IR: No espero nada. Nosotros manejamos nuestra propia prensa por Facebook. Trabajamos con nuestro sitio y corremos nuestros riesgos. Como ya aprendí que nunca seremos todo lo libres que queremos porque siempre seremos manipulables, aquí y allá… Aquí en Cuba un medio digital, muy leído, tratando de dar peso a su línea editorial nos manipuló de una manera que nos hizo mucho daño. Las razones ya las he explicado. Me ha pasado en Cuba. ¿Qué no me habrá pasado en Miami? Con lo de las Damas de Blanco y aquello de la “puñetera”, con que soy un oficialista, que si soy castrista, que no sé qué… De la prensa establecida de Miami, no espero nada. De Progreso Semanal espero que publique esta entrevista. (Obvio, la entrevista ha sido tomadade Progreso Semanal)
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