Tatiana Coll*
La destacada intelectual cubana Graziella Pogolotti señaló en un artículo reciente que “Las razones de lo que llaman púdicamente el ‘diferendo’ se sustentan primero en la aparición del comunismo en el hemisferio occidental y el apoyo de Cuba a las guerrillas latinoamericanas, luego fue la participación contundente en la defensa de la independencia de Angola y la liberación de África del apartheid. Ahora se enfatiza el tema sagrado de los derechos humanos, aspiración que permanece como un sueño inalcanzable en un planeta donde sigue primando el ejercicio de la violencia institucional”.
En los años 80 Reagan determinó escalar la política de "contención" al avance del comunismo desarrollada desde la guerra fría, para convertirla en el famoso “roll-back”, es decir, revertir o, literalmente, "enrollar hacia atrás". En esas circunstancias se declaró a Cuba un "Estado terrorista" y aún sostienen esta aberración, viniendo de una superpotencia que ha invadido y masacrado a quien le ha dado la gana en el momento que ha decidido.
Las actuales "guerras de recursos" no son menos devastadoras, a pesar de que ya no combate contra el maléfico comunismo. La razón de fondo es la necesidad permanente del capital por sostener una expansión y control de flujos globales que le permita sus niveles de acumulación.
En torno a estas razones del "diferendo" se ha construido meticulosamente durante 50 años una malla de mentiras que determinan un "estado de opinión" difundido masivamente a través de la red mundial de conglomerados privados de medios, sobre todo las "megagencias" noticiosas globales. A construir este conjunto de falacias contribuyen intelectuales, periodistas, analistas y también algunos desde las izquierdas arrepentidas. Una de las más frecuentes es la del apoyo a la guerrilla como fundamento de un Estado terrorista.
La Revolución cubana nació prácticamente envuelta en un tejido de apoyos que existen en América Latina desde las guerras de Independencia y que ha llevado a confluir a múltiples personajes, organizaciones y proyectos, ensortijados en común por el propio empeño en el que coincidían. No es sólo parte de una colorida anécdota el hecho de que el Che presenciara el levantamiento minero en Bolivia y después el cruento golpe contra Arbenz en Guatemala, o que Fidel Castro participara en la expedición de Cayo Confites con el dominicano Juan Bosh y estuviera presente como estudiante-combatiente en el bogotazo, son las mismas líneas del flujo nuestroamericano que se ampliarán después del triunfo revolucionario.
En el análisis de las circunstancias históricas del surgimiento de las guerrillas latinoamericanas, prescinden del hecho de que es la imposición de feroces dictaduras por Estados Unidos en alianza con las burguesías rentistas, el alto clero y las castas militares, la causa directa. La intervención para desmantelar las fuerzas nacionalistas latinoamericanas que surgieron desde los años 30, empezó muy simbólicamente en la fecha en que se fundó la OEA en 1948 en Bogotá con el asesinato de Eliecer Gaitán y la consecuente insurrección que hasta hoy día se expresa en Colombia. Rápidamente se desgranaron una cascada de golpes militares: en el 52 derrocamiento de Rómulo Gallegos en Venezuela y regreso del coronel Batista tras el asesinato de Chibás en Cuba; 1954 cae Arbenz en Guatemala con una secuela sangrienta de 40 años y llega la casta Stroessner a Paraguay, y el tercer Somoza en Nicaragua; 1956 golpe a Perón en Argentina y 1957 aparece Duvalier en Haití; y así sucesivamente cayeron Brasil, Bolivia, Ecuador, Perú, Uruguay, Chile. Solo quedó Cuba como refugio vital para las fuerzas antidictatoriales que enfrentaban muy desigualmente a los militares apoyados por Estados Unidos. Si hubo "democratización" en Latinoamérica en los 80 se debe en buena parte al desenmascaramiento que las guerrillas realizaron de los militares.
Cuba también apoyó con lo que pudo a los gobiernos nacionalistas que ganaron elecciones, tempranamente a Cheddi Jagan, guyanés gran amigo de Fidel, a quien la CIA le armó el famoso "Plan Mangosta" en 1963; a Michael Manley en Jamaica; a Williams en Trinidad; a Bosch y Caamaño antes y después de la intervención estadunidense en Dominicana; a Torrijos en Panamá y significativamente a Allende en Chile, entre otros. Al mismo tiempo que ya sostenía misiones internacionales de médicos, maestros, ingenieros.
Además de las falsedades escritas por algunos hijos de su papá, otros que se dicen "amigos de los amigos" han planteado que saben certeramente que los cubanos, el propio Fidel, se arrepienten de haber apoyado a los movimientos de liberación nacional como si fuera algo ominoso, equivocado, aceptando el enfoque estadunidense. Nunca, bajo ninguna circunstancia, ha habido una mínima señal que indique esto; por el contrario la reciente reflexión de Fidel en la que analiza la reapertura de relaciones con Estados Unidos subraya contundente el papel del internacionalismo cubano y la derrota del imperialismo intervencionista como un pilar en la defensa de la soberanía de cada pueblo. Esta es una de las grandes esencias y herencias irrenunciables de Cuba. (Tomado de La Jornada)
(*) Catedrática. Profesora de la Universidad Pedagógica Nacional y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
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