Julio Martínez Molina
El carácter esponja del canal televisivo Multivisión lo configura como el más variopinto de los existentes en Cuba. Una fortaleza suya radica en que no solo opera como rampa de lanzamiento de documentales de Discovery Channel o seriados u otros productos estadounidenses; sino además de programas facturados en China y materiales de diversa índole bajo los sellos, por citar solo a dos, de la Deutsche Welle TV (La voz de Alemania) y Russia Today, la cadena moscovita a la cual nuestros “avispados” locutores confunden, día tras día, con un documental, sin ser corregidos.
Dentro de su cosmopolita parrilla aparecen segmentos dedicados a la cocina (aunque no solo se difunden en este, sino además en Cubavisión y TeleSUR, en conjunto el peso mayor del apartado recae aquí), algo válido, pues es un tema de interés para los espectadores, verdad constatada desde los tiempos nunca repetidos de Cocina al minuto, con Nitza Villapol, al aire desde 1951 y a lo largo de 44 años.
La extraordinaria capacidad de Nitza para adaptarse a las nuevas circunstancias históricas del período especial impidió (solo de entrada) que la televisión abortase la difusión de un espacio así, aparente o real contrasentido durante momentos cuando el arte culinario debió transformarse en pura magia ante la incertidumbre constante de qué llevar a la mesa. A la larga ni todos los conejos del sombrero sacados por la Villapol pudieron frenar la clausura. En cuanto va del siglo en curso, varios han sido los exponentes del género transmitidos; si bien ninguno con la audiencia ni la calidad del conducido por aquella maestra de escuela primaria devenida maestra cocinera. Apuntar a favor de tales epígonos que, salvo ocasiones donde los presentadores soñaron demasiado entre calderos, las recetas propuestas en dichos espacios nacionales encuentran sus puntos de concomitancia con los escenarios reales.
No puede decirse lo mismo de los propalados por Multivisión. Representa algo chocante ver la confección de determinadas recetas, cuando llevar un plato fuerte a la mesa del cubano se convierte en una odisea diaria cuya ecuación resulta extremadamente difícil despejar si se sabe que —sin incremento salarial mediante— una libra de cerdo trepa a los 40 pesos, la de pescado a 25, el kilogramo de un queso de calidad media a 3.75 CUC, el de pollo por las nubes y así sin variación en cada caso, como parte de una tendencia alcista signada por la ¿oferta-demanda? que tampoco halla acotejo en el universo de las viandas, hortalizas y vegetales.
Se trata de asunto con diferentes ángulos de visión, polisémico y no exento de complejidad. No es correcto eliminar tales programas, porque todo debe ser visto para estar en capacidad de valorar, unido al hecho de que no puede soslayarse que en Cuba sí existen ya segmentos poblacionales en capacidad de adquirir desde las distintas carnes hasta los brócolis y repollos empleados para platos que a otros, por el contrario, les parece un regodeo visual contraproducente dadas las carencias manifiestas en la dieta isleña.
La cuestión estriba en la mesura editorial. Poner en hora punta de la televisión nacional un estofado de langostas parece de una insensibilidad rayana en lo hiriente. Caso mucho menor, mas igual de paradójico: la semana anterior un enlatado de Deutsche Welle TV nos hablaba de la importancia de ingerir manzanas. Según los especialistas entrevistados, consumir un kilogramo diario constituye la panacea real contra innumerables enfermedades. En nuestro país, donde no es cultivada la fruta por razones climáticas, la venden escasas veces al año en las TRD, a precios entre 0.40 y 0.55 CUC, luego topadas a veinte pesos por los revendedores. No podemos traerlas de EUA debido al bloqueo; vienen de otras geografías, con el consiguiente incremento en su precio debido a la carestía implicada por transportación. En Berlín una bolsa de doce unidades cuesta un euro, según pude investigar, pero los manzanales están allí mismo. O sea, la estación germana puede sugerir la ingestión de la fruta como el Santo Grial contra las afecciones; pero nosotros (sin mentir ni ocultar información nunca) debemos ser más cautos y racionales al hablar tanto de manzanas como de crustáceos, quelonios, vacunos u otras especies sin apenas contacto con la realidad dietética criolla. Y ponderar más el mango, la guayaba o hasta el mamoncillo, si acaso este poseyese alguna propiedad.
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