Edmundo García
Ya pasaron los días en que la derecha anticubana de Miami imponía su voluntad ilimitadamente. La actual lucha por la Casa Blanca entre precandidatos Republicanos confirma su pérdida de poder; para no hablar de lo que significa para el Miami extremista la contienda Demócrata, más inteligente y cordial.
No hay consuelo para la derecha miamense luego de que su elegido, el ex gobernador de la Florida Jeb Bush, quedó fuera de campaña sin poder ponerse de puntero en ningún momento, a pesar de todo el dinero que recaudaron y gastaron.
Es por eso que han tenido que conformarse con una desesperada apuesta por Marco Rubio, un candidato que no ha ganado realmente nada aunque no deja montar vacías celebraciones; y sobre el que dije en un artículo publicado el 24 de febrero que está atrapado entre sus propias mentiras y su incapacidad para conseguir delegados.
En ese artículo escribí que “Rubio es tratado por la prensa de Miami como si fuera el candidato del partido republicano para las elecciones de noviembre próximo, y a veces hasta como si fuera el nuevo presidente de los Estados Unidos”; y eso pudo comprobarse nuevamente en el llamado “super martes” del primero de marzo, cuando Rubio montó en las áreas de Tropical Park de Miami un espectáculo donde recibió aplausos de algunos ingenuos y de lo más reaccionario de los grupos políticos de Miami.
Junto al tinglado electoral de Rubio en esas áreas de recreo de Miami estaba el Vicegobernador Carlos López-Cantera, quien aspira a ganar el puesto de Senador que el propio Marco Rubio dejará vacante; si es que cumple con sus propias palabras. López-Cantera dijo a la prensa: “Yo estoy convencido de que Marco va a ganar la nominación republicana y va a ser el próximo presidente de los Estados Unidos”; una declaración que lo descaracteriza a él mismo como político porque, o López-Cantera miente, o es incapaz de hacer una evaluación objetiva de la situación preelectoral norteamericana.
También acompañaron a Rubio el comisionado de Miami Esteban Bobo Jr., hijo de un apátrida que invadió a su propio país de forma violenta por Playa Girón y encabeza la negativa para la apertura de un consulado cubano en el sur de la Florida. Estuvieron además la comisionada Rebeca Sosa y el ex congresista Lincoln Díaz-Balart, padrino político de Rubio, entre otros. Díaz-Balart consideró la juventud de Marco Rubio como su gran cualidad, y dijo algo que es una letanía entre los partidarios de Rubio en Miami; referirlo como un supuesto elegido, como uno de esos políticos que excepcionalmente aparecen de generación en generación.
Para congraciarse con ellos Rubio dio un insustancial discurso de15 minutos, donde se entregó a la demagogia de siempre sobre el futuro y los sueños americanos; a criticar a Donald Trump y al Presidente Obama. Rubio aprovechó para prometer que no negociaría con Cuba, ni con Venezuela, y que revertiría las órdenes presidenciales de Obama, lo que sin lugar a dudas iba dirigido a tranquilizar a lo más extremista de los cubanos de Miami. Por eso Rubio les prometió que si era elegido presidente, iba a reedificar militarmente a los Estados Unidos, y enviar a Guantánamo a sus enemigos.
A pesar de que la campaña de Rubio se ha gastado millones en propaganda en la prensa y la televisión de Miami por estos días, lo cierto es que los peces gordos del establishment político le han abandonado; dicen que hasta Norman Braman. El magnate norteamericano que lo apoyó en su elección como senador no le dado todo el respaldo que Rubio esperaba. El 20 de abril del año pasado Politico publicó un artículo de Alex Isenstadt donde se consideraba al multimillonaria Normal Braman un “arma secreta” de Rubio, dada la antipatía que por alguna razón se dice que Braman sentía por el Jeb Bush. Por entonces Donald Trump no había aparecido de lleno en la escena política, que quizás sea el factor que ha llevado a Braman a la moderación del entusiasmo por las posibilidades de Rubio para llegar a la Casa Blanca.
En el llamado “super martes” Ted Cruz ganó Texas, el estado que representa como senador; el reto de Rubio es ganar la Florida, su estado, el próximo 15 de marzo. Lo tendrá difícil; varias encuestas dan como favorito a Trump por buen margen. Rubio lo sabe y últimamente se le ha visto asumir una actitud soez hacia Trump, a quien ha atacado con argumentos indecentes, como ese de contenido sexual donde refería “el tamaño” de las manos del magnate; una grosería mayor pues pareciera como que ese tipo de cosas debía decirlas solo Trump, no Rubio. Sin dudas una señal de que el senador por Florida está desesperado y cegado por la ambición.
A diferencia de Trump, que tiene su propio dinero y no pertenece a la clase política profesional, Rubio depende de todos los compromisos contraídos con sus grandes contribuyentes. Tiene muchísimas deudas y como político se encuentra completamente hipotecado. Que la derecha anticubana de Miami tenga que aferrarse a este político inexperto, sin un logro de peso que exhibir en su carrera, con un bochornoso historial de ausencias en el Senado, incluyendo reuniones donde se presentaban sus propios proyectos, demuestra una vez más que los enemigos de la Revolución Cubana son una casta en extinción; una rémora que sobrevive a duras penas hasta que una nueva fuerza política los supere definitiva y prontamente. (Tomado de La Tarde se Mueve)
- La cuenta del autor en Twitter: @edmundogarcia65
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