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viernes, 22 de abril de 2011

Otra "Ley de Patria Potestad" y el tufillo de historias harto conocidas

Héctor R. Castillo Toledo

UNA Y OTRA VEZ dan el tropezón con la misma piedra, pero a pesar de todo, aunque les sangren las canillas, insisten e insisten, como si quienes tienen instrucción suficiente para abrir una computadora, navegar en Internet y después de ello leer, no tuvieran un ápice de sentido común y capacidad de distinguir entre el gato pardo y la liebre de casta.
La nota, absurda, ha brotado en Perú pero involucra a Venezuela, donde según los escribanos está en proceso de análisis para su sometimiento ante los órganos competentes, encargados de dar su visto bueno, un proyecto de ley del gobierno bolivariano dirigido a arrebatar la patria potestad que tienen los padres sobre sus hijos en ese país. El libelo va más allá y asegura: “Dicha iniciativa pretende que los niños venezolanos a partir de los 3 años de edad estén bajo la tutela legal del Estado”.
¿No les suena familiar el asunto? ¿O acaso asistimos a la resucitación en pleno siglo 21 de la tristemente falaz y oportunista Operación Peter Pan, pensada y financiada por los servicios de Inteligencia de los Estados Unidos contra Cuba y para la cual prestaron su sacerdocio de manera innoble iglesias de varias denominaciones, pero en lo fundamental órdenes cristianas.
Tal como se hizo en la Cuba de los ’60 de la pasada centuria, donde pese a todo prosperó el fantasma de una apócrifa Ley distribuida de forma clandestina por elementos de la contrarrevolución para alentar la mentira, ahora desde Perú brota la llamita y se hace alusión al artículo 4 de un supuesto proyecto donde reza: “Todo menor de edad permanecerá al cuidado de sus padres hasta tanto cumpla la edad de de 3 años, pasados los cuales deberá ser confiado para su educación física y mental así como para capacidad cívica, a la Organización de Círculos Infantiles organismo que por esta Ley queda facultado para disponer la guarda y cuidado de la persona y ejercicio de la Patria Potestad de estos menores”.
Acá en la Mayor de las Antillas la alevosía llegó a extremos más inverosímiles, y recuerdo, por poner un ejemplo, el rumor echado a rodar acerca del masivo envío de nuestros niños a Rusia para su adoctrinamiento. Si nos atenemos a tales comentarios, este cubano, que por entonces era un chaval de cuatro años a lo sumo, habría recibido instrucción, con lavado de cerebro incluido, como decían, en Kiev, Minks, Moscú, Leningrado, o a lo mejor en una dasha de alguna perdida aldea siberiana.
Aquí mismo en Cienfuegos, desde donde día a día Fanal Cubano contribuye con sus destellos a guiar a puerto abrigado a quienes de pronto se ven entre el embravecido mar de falacias cuyas olas harían la envidia del tsunami japonés del pasado mes de marzo, los incipientes servicios cubanos devenidos luego órgano de la Seguridad del Estado desarticularon completa una red de colaboradores del tenebroso “proyecto” urdido por mentes calenturientas allá en el  cuartel general de la CIA en Langley.
Mas desde entonces, como ahora con los casos develados en las Razones de Cuba, hubo hombres y mujeres de corazón en medio del pecho que debieron realizar esfuerzos interiores supremos para pasar por traidores y llegado el momento desenmascarar a la crápula capaz de vender su alma al diablo, y más que entregarse al bicho de cola y cuernos, cambiar honor y respeto por un puñado de miserables dólares.
Apenas habían pasado cinco meses desde la aplastante derrota infligida por nuestros milicianos a la brigada mercenaria que intentó ocupar el suelo patrio por Playa Girón, cuando aquí en la Perla del Sur eran detenidos in fraganti un grupo de individuos en plena faena de impresión, mediante mimeógrafo, de la apócrifa Ley de Patria Potestad supuestamente firmada por el entonces Presidente de la República, Osvaldo Dorticós Torrado.
Era aquel uno de los engranajes puestos en marcha como parte de la guerra sicológica promovida contra Cuba, acto cruel a resultas del cual más de 14 mil niños y adolescentes  cubanos fueron llevados sin sus padres hacia los Estados Unidos .
Además del desarraigo, muchos no volvieron nunca a reencontrarse con sus familias, otros vivieron durante años en orfanatos y medio siglo después aún sufren la pesadilla del demoníaco engendro. 
En la era de las TICs y el monopolio de la información por parte de los consorcios mediáticos, tales rumores surten peor efecto aún. Si antes era preciso poner en riesgo el pellejo para conseguir la distribución del material de propaganda subversiva, hoy basta un click para tener delante de los ojos el tendencioso material y leer cosas como esta, atribuida al proyecto de marras: “los padres podrán tener a sus hijos después de los 3 años sólo 2 días al mes. La Organización de Círculos Infantiles dictará las predicciones necesarias para que todo menor de edad comprendido entre los 3 y 10 años permanezca en la Provincia donde residen los padres y procurando que sea tenido en el domicilio de los mismos no menos de dos días al mes, para que no pierda contacto con el núcleo familiar.
Ya no es a Rusia adonde los envían. Raro que tampoco pretendan involucrar a Cuba como eventual receptora de los infantes “quitados” a sus padres, habida cuenta el sambenito de satelización de la República Bolivariana y su mandatario Hugo Rafael Chávez Frías respecto al “régimen castrista”.
Signataria de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, firmada por la mayoría de los países, Venezuela es hoy uno de los estados de Latinoamérica dónde con más ahínco ha trabajado el gobierno por dignificar la letra del tratado internacional que reúne al mayor número de estados participantes: lo han ratificado 190 de los 192 integrantes de la comunidad internacional, con la excepción de Somalia y Estados Unidos. Cosa curiosa, ¿verdad?
En el colmo de la infamia, a inicios del pasado año, tras la tragedia sufrida por Haití con el devastador terremoto del 12 de enero de 2010, entidades “benéficas” y comunidades religiosas del sur de la Florida, alentados por elementos de la mafia cubanoamericana asentado en aquel estado de la Unión, pretendieron organizar una segunda cruzada de “salvación” para los miles de niños que quedaron abandonados a su suerte luego del terrible seísmo.
“Vamos a usar el modelo que empleamos hace 50 años con Pedro Pan para traer a estos huérfanos a Estados Unidos y darles un futuro brillante y de esperanza”, dijo a los medios el director ejecutivo de los Servicios Legales y Caridades de la Iglesia Católica, Randolph McGrorty.
En el artículo titulado ¿Operación Pierre Pan? comentaba entonces que entre los fervientes auspiciadores del puente humanitario, bajo cuyo manto fueron puestos al descubierto más tarde siniestros planes de tráfico de niños para servicios ilegales de adopción entre familias adineradas, figuraban Ileana Ros-Lehtinen y los hermanos Lincoln y Mario Díaz Balart, rabiosos representantes del ala más extremista y contrarrevolucionaria de la comunidad cubanoamericana radicada en los Estados Unidos.
Imposible entonces pasar por alto un detalle: la líder republicana apodada Loba Feroz y también conocida en los medios como La Bruja del Congreso, escaló de entonces a la fecha a la presidencia del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, y desde su posición de cero tolerancia hacia todo lo que constituya alivio o asidero para Cuba, cualquier idea absurda puede esperarse, incluida el patrocinio de este nuevo engendro contra uno de los más firmes aliados de la Revolución cubana en el área.
Yo al menos no albergo duda alguna. Asistimos al parto de un nuevo plan terrorista de la guerra sicológica desatada desde los medios contra los pueblos de Nuestra América, alentando el éxodo masivo de aquellos que constituyen el tesoro más tierno en el que cifra sus esperanzas de futuro el proceso bolivariano e integracionista liderado por Chávez.
Usando sus propias armas, las de las TICs, hay tiempo para ganarle al enemigo común esta nueva batalla y hacerle morder el polvo de otro Girón. Basta para ello poner en práctica las palabras escritas por José Martí el 10 de abril de 1895 desde Cabo Haitiano a sus amigos y colegas en el ejercicio periodístico, Gonzalo de Quesada y Menjamín Guerra: “ De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace; ganémosla a pensamiento”.

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