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lunes, 6 de junio de 2011

EEUU: drogas, ¿cómo la quiere?

Quizás cueste trabajo creerlo, pero
se trata de helado de marihuana
El Comité Global de Políticas Antidrogas concluyó hace una semana que la lucha mundial contra ese flagelo fracasó y que el principal consumidor del planeta, Estados Unidos, gasta el dinero de forma ineficaz y aumenta el número de personas en sus cárceles.
El comercio de estupefacientes mueve tal cantidad de recursos y crea tantos problemas sociales que el grupo integrado por varios ex gobernantes latinoamericanos demandó en Nueva York cambios urgentes para hacer frente a esta amenaza.
Preocupan los recursos que mueve este comercio. Un kilogramo de cocaína cuesta en venta mayorista en las calles estadounidenses la nada despreciable suma de 100 mil dólares, según estadísticas oficiales, mientras datos de 2008 señalan en ese país un consumo de 35 mil millones sólo en cocaína.
El problema es tan viejo como arraigado allí, donde nada sorprende ni parece asustar a sus autoridades.
Hace casi un año, el diario californiano La Opinión recogía en sus páginas que una bola de helado costaba 15 dólares pero lo peculiar del caso es que concentra el equivalente a ocho cigarrillos, o sea, que vendían helado de marihuana.
Lo comercializaba un dispensario de cannabis del condado de Santa Cruz y podían adquirirlo los pacientes con tratamientos terapéuticos con esa sustancia presentando una receta médica.
En el Cream De Canna, el dispensario de cannabis de la localidad de Soquel, en el condado de Santa Cruz, los clientes con receta médica podían conseguir sus dosis en versión helada y con variedad de sabores.
El avispado empresario que lanzó el negocio, Jonathan Klodinski, opinaba entonces que su emprendimiento era un éxito. La gente llegaba al local y era común escuchar: ¿cómo lo quieres? Banannabis Foster, Straw-Mari Cheesecake y Triple Chocolate Brownie.
La lucha contra las drogas enfrenta disyuntivas como estas, en las cuales legalizar o penalizar tratan de salir al frente, consideran especialistas.
Según expresó el grupo de expertos en Nueva York, pese a los esfuerzos internacionales entre 1998 y 2008 y según la ONU, el consumo de opiáceos aumentó 35,5 por ciento, el de cocaína 27 por ciento y el de cannabis 8,5 por ciento, lo que llevó al grupo a acuñar el fracaso de la lucha.
En días recientes el tema retomó espacios en los medios cuando fue publicado que la producción de miles de plantas de marihuana en casas particulares o bodegas consumía más de 3 mil millones de dólares anuales de energía eléctrica en California.
Un informe del científico Evan Mills, ex analista en energía eléctrica de la Universidad de Berkeley, mostró que 400 mil personas autorizadas para cultivar la hierba, ya sea para uso médico personal o para surtir a los 2 mil 100 dispensarios de esta droga en el estado, estarían consumiendo, cada una, un promedio anual de energía similar al que requiere una sala de operaciones de un hospital.

El cultivo de marihuana bajo techo
es legal en California desde 1996.
Mills plantea que el cultivo de la droga bajo techo, legal en California desde 1996 y cuyas plantas requieren un mínimo de 15 horas diarias de luz eléctrica, estarían emitiendo anualmente una cantidad similar de dióxido de carbono al de un millón de automóviles.
Pero el problema no es sólo en California. El National Drug Intelligence Center (NDIC) señala que solo en el estado de Florida la cantidad de sitios donde cultivan marihuana aumentó de 246 en 2004 a mil 22 en 2008.
Expertos consideran que a nivel nacional estos cultivos "legales" consumen cinco mil millones de dólares, solo en energía eléctrica.
El asunto va para largo. Hoy son más los avispados comerciantes empeñados en lucrar con el problema. En Arizona ya surgió la primera tienda que oferta a los clientes todo el equipo, químicos y productos necesarios para cultivar marihuana hidropónica.
Recientemente se aprobó una ley estatal que permite el consumo de cannabis con "fines medicinales" en ese estado, así que no es de extrañar que muy pronto en ese país exista el pan de marihuana, la leche con sabor a marihuana y cualquier dependiente de una tienda le pregunte a su clientela: ¿cómo la quiere?

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