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sábado, 30 de julio de 2011

Política exterior de EEUU está secuestrada por la mafia de Miami

Departamento de Estado cede a chantajes y anula la designación de Jonathan Farrar como embajador en Nicaragua

En medio de la peor crisis de deuda fiscal que se recuerde en los últimos años en esa nación, en los Estados Unidos se suceden por estos días, uno tras otro, actos flagrantes que demuestran hasta qué punto la política exterior de ese país ha sido secuestrada por influyentes grupos de poder de la mafia cubanoamericana radicada en Miami.
Si ayer refería que un veterano activista por los derechos civiles había calificado como arranque de locura, fuente de asombro y temor universal, el voto de cancelación de la cuota anual de la OEA (casi medio centenar de millones de dólares) por miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores, un órgano que preside la ultraderechista Ileana Ros-Lehtinen, imagino la cara de asombro que pondrán muchos cuando les comente que la Casa Blanca anuló hoy, definitivamente, la postulación del ex jefe de la Oficina de Intereses de Washington en La Habana, Jonathan Farrar, como embajador en Managua.
Sencillo, el State Department ha cedido ante la perreta de dos senadores cubanoamericanos.
A condición de que no revelaran su identidad, un empleado del Congreso dijo al Nuevo Herald que el Departamento de Estado desistió de la nominación ante la resistencia de varios senadores, y por ello evitó someterla a votación durante una reunión que el comité de relaciones exteriores del Senado sostuvo el pasado martes.
Desde antes, durante la celebración de una audiencia de confirmación celebrada en junio, el senador demócrata Bob Menéndez y su colega republicano Marco Rubio se mostraron críticos contra Farrar por su "pobre" desempeño como jefe de la oficina de intereses en La Habana.
Según Rubio, Farrar "llegó a la conclusión de que tenía que ser menos agresivo para caerle mejor al gobierno de Cuba, por eso vimos ocasiones en que estaba invitando a oficiales del régimen castrista a la sección de intereses a reunirse con él, pero no invitaba a disidentes, que se han quejado repetidamente de su función".
En realidad, lo que no le han perdonado los mafiosos de traje, corbata y curul al viejo zorro que inició su carrera diplomática en 1980 y ocupó como funcionario importantes cargos en el Servicio Exterior del Departamento de Estado, fueron varias apreciaciones suyas contenidas en informes "secretos" develados por Wikileaks.
En una de ellas Farrar informa a Washington, sin tapujos ni medias tintas, que la única causa que mueve a los mercenarios cubanos es el dinero, en otra demerita a la vieja guardia de la disidencia, carente de carisma, reconocimiento y liderazgo, mientras en otro cable enviado el 27 de febrero de 2002, el Jefe de la SINA reconoce, nada menos, la estabilidad y la seguridad que gozan los diplomáticos norteamericanos en Cuba, donde “no hay condiciones para un macro conflicto”, y añade: “No hay terrorismo local”, “no hay grupos terroristas locales” y “no hay grupos terroristas antinorteamericanos”. Insólito reconocimiento, si se tiene en cuenta que Estados Unidos mantiene a la Isla en todas las listas negras habidas y por haber, incluida la de los países terroristas.
Sin duda alguna, desconcertante, pero más que eso vergonzosa, la cínica manera en que una crápula de mafiosos de Miami han secuestrado la política exterior norteamericana.

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