El líder de Calle 13 durante la ceremonia de los Granmys. |
“Soy un tipo tranquilo, calmado, quieto, bastante pasivo, con nadie casi me meto excepto con los religiosos, reguetoneros, políticos, moralistas, Puff Daddy, el FBI, la policía y por ahí sigue la lista”.
Casi nada. Así cantaba, en uno de los temas más populares del álbum Los de atrás vienen conmigo, René Pérez Joglar (Residente), quien junto a Eduardo José Cabra Martínez (Visitante) fundara en 2005 a Calle 13.
Dicha agrupación representa, hoy por hoy, una suerte de conciencia crítica de la música continental sobre diversidad de fenómenos políticos, sociales y culturales. De hecho, imprescindible ya dentro del catálogo sonoro latinoamericano con proyección de perdurabilidad.
Aunque constituya el pretexto editorial de esta columna, no son los 19 Granmys Latinos que ya suman -contados los nueve del pasado 10 de noviembre en la XII edición del premio-, los que la motivan, sino la ejecutoria artística e ideológicamente ascendente de estos muchachos.
Hay una cuestión de conceptos importante aquí: ellos no se honran más por granjearse un Granmy veleidoso, sujeto su reparto a coyunturas e intereses, aunque eventualmente -o en busca de puntuales como convenientes dosis de seriedad-, da bien en el blanco como ahora. El Granmy se honra vinculándose a su nombre.
Cual apuntara el dramaturgo Roberto Ramos Perea, secretario del Ateneo Puertorriqueño, en palabras recogidas por el periódico Primera Hora, “desde que escuché el himno a Latinoamérica del hermano Calle 13, miro a mi país cantándola en la furia brillante de su ser. Está canción está escrita con deslumbrante poesía, inspirada por la savia del amor, por la sangre de la rebeldía, con la sencillez de la belleza que la inspira.
“Al igual que lo hizo una larguísima generación de cantores que comienza desde el siglo 19 mismo, y que nos pasa por las voces de Davilita, Pedro Flores, Rafael Hernández, Danny Rivera, Roy Brown, Tito Auger, la pluma de René Pérez se consagra, no por los premios que le puedan dar unos gringos que reconocen su talento… se consagra por ser, como la de los que mencioné, la voz de un país entero”.
Visitante, Residente y su hermana Ileana (PG-13) no son francotiradores sin fronteras, tal algunos impugnadores sostienen; ni tienen nada que ver con el reguetón, como otros aun a estas alturas creen y la banda se encarga de esclarecer en cada entrevista al situarlo en su justo lugar de “producto enlatado”, cual sostienen sin ambages en declaraciones y canciones.
Antes bien, llevan muy claro el blanco del furor de su verso. Querido FBI, Latinoamérica, Qué lloren, La bala o Calma pueblo constituyen temas de sólido sustento social que o bien denuncian o bien desmontan actitudes cínicas y criminales, instancias de expresión seudoculturales o mecanismos para engañar u oprimir a los pueblos enarbolados por los centros de poder mundiales.
Al margen de lo contagioso de su ritmo o la palabra dura que suelan soltar (estas siempre al servicio de una idea), son las suyas letras de fortísimo basamento conceptual, para no solo ser escuchadas; sino además leídas, repasadas…, con independencia de que varios de sus temas resulten perfectamente prescindibles si somos justos en el orden estético.
Sin ánimo de justificar sino comprender lo último, no obstante y su desapego a las fórmulas comerciales o su desdén hacia el mercado, resulta harto difícil llenar un disco completo a base de registros excepcionales.
Verdadero tsunami de la música urbana alternativa (no la de Daddy Yankee, Wisin y Yandel o Don Omar, sino la comprometida), son los músicos de Calle 13 epítomes de una posmodernidad que desde los distintos campos disciplinarios, entre ellos la música, extrae savias e interconecta mensajes.
A la base rítmica rapera el colectivo suma, en pos de consolidar la variada argamasa de su propuesta, infinidad de influjos melódicos que van del rock al beat; del folclore latinoamericano en el esplendor de su diversidad a la salsa, cumbia, bossa nova, funk, ska, reminiscencias árabes… Una auténtica “paella” de fusiones, de caracterizar su sonoridad con su mismísima definición.
En gira que los conduce por naciones de Centro y Sudamérica hasta mediados de diciembre, los jóvenes de Calle 13 siguen alzando al viento y colando en los oídos de la región su verbo afilado y pugnante, el cual lo mismo clama por la independencia de Puerto Rico que por la educación gratuita en Chile u otras naciones del continente.
Ahora su idea es expandirlo, más allá de los millones de hispanohablantes, a los idiomas portugués e inglés.
Podría funcionarles; o quizá no. Mas ya lo hecho en su lengua durante poco más de un lustro por la banda portorriqueña basta para situarla dentro de lo más granado de la sonoridad latinoamericana en cuanto va del siglo XXI.
Calle 13, Gustavo Dudamel y la Orquesta Sinfónica
Simón Bolívar, interpretan Latinoamérica en la
ceremonia de entrega de los premios Grammys 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario