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domingo, 29 de enero de 2012

Camila

Julio Martínez Molina

Entre esa pléyade de topicazos o lugares comunes con que nos casamos y morimos los humanos, tiende a conectarse el perfil de mujer bonita, atractiva, sexy, con escasez neuronal. Eso, pese a que la historia posea cientos de ejemplos para contrarrestar tan extendida como falsa asociación. Será, seguro, el modelo de Camila Vallejo -la líder estudiantil, geógrafa, miembro del Partido Comunista Chileno, bellísima, cautivante, motivadora de cualquier permisible sueño húmedo del mejor de sus compañeros-, el caso más reciente.
Pero Camila Antonia Amaranta Vallejo Dowling es mucha Camila. Va lo suyo demasiado más allá de su cariátide, para constituir otro de los referentes del movimiento estudiantil latinoamericano contra las oligarquías excluyentes, desde el Grito de Córdova, pasando por Mella, José Antonio Echeverría o el mismo combate contra la satrapía del coronel Ibáñez o la Revolución de los Pingüinos (ambos en Chile y el último hecho con participación de ella) hasta las luchas en Puerto Rico. Esas que René, la voz líder de Calle 13, reivindicaba ante el mundo durante la ceremonia de los 12 Latin Granmy, en noviembre.
Chile, envuelto en un tifón político por las exigencias estudiantiles y las desigualdades sociales, es dirigido por alguien a quien los derechos del alumnado no le cuadran en su ecuación neoliberal. Sebastián Piñera, -alias el “Berlusconi del Cono Sur”-, enriquecido durante la dictadura pinochetista de un modo calificado por distintos medios de prensa locales como “fraudulento”, es el millonario número 701 del planeta, con los mil 200 a su cuenta. Suerte de semi Ciudadano Kane moderno, controla una gran cadena televisiva; amén de una compañía aérea y el más seguido de los clubs futbolísticos locales.
La nación, aupada en el orden económico por Washington a raíz del golpe de Estado castrense al gobierno de la Unidad Popular (dirigido por la Casa Blanca, en contubernio con los tristes sabuesos de Santiago), ha sido ensalzada por los medios del imperio como “el modelo a seguir en el subcontinente”. A juicio de Camila, “lamentablemente, lo que algunos llamaron milagro económico, para muchos fue y sigue siendo una pesadilla” (La Calle del Medio, No.42).
Al culminar una de las tantas marchas en contra de las draconianas políticas educativas del gabinete austral protagonizadas por la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, su coterráneo, el poeta y dramaturgo Pablo Paredes, escribió: “Hoy, cuando la marcha ya terminaba, llegamos a estar a sólo 50 metros del escenario donde estaba Camila y algo así como un árbol gigante de camarógrafos y reporteros gráficos. (…) ella no sonrió, aunque no se pudo aguantar soltar un esbozo saludando al mar de paraguas rebeldes. Está bien, Camila, no les sonrías a los medios, nosotros sabemos que por dentro estás feliz al vernos tan dignos, tan empoderados. Quise gritarle eso, así que sólo se lo comenté a mi amiga Nicole, que la ama profundamente y que desea tanto besarla (…)  Al volver a casa, pensé en cuánto deseo que la sonrisa que le vea a Camila sea porque los estudiantes, y quienes los apoyamos, le hayamos doblado la mano al neoliberalismo y que este terremoto feliz haya revuelto lo suficiente nuestras ciudades como para que ya no haya más apartheid de escuelas buenas para ricos y malas para pobres, para que unos ojos verdes no sean patrimonio ni de buenos ni de malos, ni de lindos ni de feos, sino que simplemente sean”.
La líder estudiantil de 23 años, quien ama a Allende y escucha a Joan Manuel Serrat e Ismael Serrano, junto al rock clásico, la bossa nova, el hip hop y la cumbia, llega hoy 2 de febrero a Italia. Expande su voz. Poco antes de su estancia por Europa, la cual el 26 de enero la condujo a Berlín, respondió así a un periodista de El País, quien, artero, dudó del genocidio sufrido en nuestras tierras: “Es que es un hecho probado que hubo genocidio en Latinoamérica. Aquí se eliminó con la espada y con la cruz. Y también se explotó la naturaleza, nuestros recursos naturales. Y los siguen extrayendo como sanguijuelas. Las multinacionales, ¿de dónde vienen? De España, de Estados Unidos...”.

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