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domingo, 4 de marzo de 2012

Macondo se muda al ciberespacio

Gabriel García Márquez cumple 85 años el martes, día en que Cien años de soledad se publicará como libro electrónico

Aquel hombre que hubiera querido ser pianista de bar para ayudar a que los enamorados se quisieran más terminó convertido en un enamorador de lectores y en cómplice de muchos de ellos que han regalado sus libros en su estrategia de conquista. Por eso este martes, 6 de marzo, la literatura celebra los 85 años de Gabriel García Márquez y su collar de conmemoraciones: 60 del primer cuento, La tercera resignación, 45 de Cien años de soledad, 30 del Premio Nobel y 10 de haber empezado a publicar sus memorias, Vivir para contarla.
Uno de los más significativos obsequios se lo dará Carmen Balcells, su gran amiga y agente literaria desde Barcelona: las habituales rosas amarillas que tanto le gustan al escritor irán acompañadas de la primera edición de Cien años de soledad que sube al ciberespacio en formato de libro electrónico.
Y será como un juego de espejos reflectantes porque el regalo-libro llegará a García Márquez y a las librerías virtuales con la portada de la primera vez: un galeón en la selva colombiana.
Un cumpleaños que incluye un mensaje-tarjeta oral de Balcells: “Mi relación con él ha sido una experiencia tan enriquecedora que ya no recuerdo ni cuándo empezó o si todavía seguimos anclados en esa nube del sueño; más ahora, cuando todos hablan del mundo cibernético y de esa nube infinita donde se pueden alojar todas las historias y los libros”.
Y desde el martes, esta edición de la obra más popular del Nobel colombiano será solo en español. La agente literaria no va a autorizar, en principio, ninguna más en otro idioma: “El libro electrónico es un mercado sin fronteras y todo se hará despacio. No se puede entrar en ese delirio del mundo de la edición contribuyendo al nerviosismo que lo circunda”.
Será la cuarta obra de García Márquez en edición electrónica: ya están Relatos de un náufrago, Todos los cuentos y Vivir para contarla, dentro de la colección Palabras Mayores. Lo publicará la misma editorial a la que Balcells ha fiado los anteriores títulos en este formato: Leer-e, dirigida por Ignacio Latasa. Solo que esta vez será en coedición con Mondadori (su editorial en papel en España) y los derechos son mundiales. Todo ha sido muy rápido. En el proceso de edición de la novela ha estado implicada Balcells, quien, por ejemplo, pidió que la letra de presentación del libro electrónico fuera un poco más grande de la habitual. Además, cuenta Latasa, “se han extremado las atenciones en el trasvase del texto a digital, los márgenes están equilibrados y el interlineado es más cuidado”.
Los agentes, asegura Balcells, “no podemos perdernos en el tumulto de los cambios en el mundo del libro. Tenemos que cuidar las ediciones electrónicas, no solo publicar sino contribuir a una mejor lectura en aras del placer de la misma”. Es lo que se busca con la metamorfosis de Cien años de soledad, a partir de este martes, cuando Macondo y los Buendía se enrumben en el universo digital y empiece a leerse desde allí ese rosario de historias de la humanidad contadas desde la frontera del sueño y la vigilia. Vivencias del autor y de lo que le contaba el abuelo materno, el coronel Nicolás Ricardo, pero escritas con la misma “cara de palo” con que su abuela Tranquilina intentaba amordazarlo de miedo para que estuviera quieto. El resultado fue un vallenato de más de 300 páginas escrito durante año y medio en compañía de “dos discos que se gastaron de tanto ser oídos: los Preludios de Debussy y Qué noche la de aquel día de los Beatles”.
Pero así como Cien años de soledad no existiría sin aquellos primeros años con sus abuelos donde está el manantial de su literatura, tampoco toda la obra del periodista, escritor y guionista colombiano sería lo que es sin La tercera resignación, el primer cuento que publicó. Fue hace 60 años en el diario colombiano El Espectador, el 13 de septiembre de 1947. Tenía 20 años, se había graduado de bachiller. Cuando lo vio publicado, su primera reacción fue “la certidumbre arrasadora de que no tenía los cinco centavos para comprar el periódico”. Porque en una página, debajo de unas letras de molde que decían Gabriel García Márquez, estaba el big bang de un universo literario que empezaba con estas palabras: “Allí estaba otra vez ese ruido. Aquel ruido frío, cortante, vertical, que ya tanto conocía; pero que ahora se le presentaba agudo y doloroso, como si de un día a otro se hubiera desacostumbrado a él...”.

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