Portada número 1 599, la última del periódico español Público. |
Se veía venir desde que, durante el pasado enero, en aras de la supervivencia del periódico español Público, su empresa editora, Mediapubli, solicitase un concurso voluntario de acreedores, debido a "la intensificación de la crisis publicitaria, la profunda transformación que está sufriendo el sector de la prensa escrita y las dificultades para acceder a nueva financiación". El benjamín de los diarios nacionales, nacido el 26 de septiembre de 2007, no pudo resistir ni los embates de los tiempos (80 millones de euros perdidos y más de 20 en adeudos) ni la competencia de koala a chacal suscitada cada mañana o tarde en los quioscos, promovida/liderada por los PRISA u otros grupos tras monstruos como El País, ABC, El Mundo, La Razón o La Vanguardia. Sumó tan solo mil 599 números. Es una verdadera pena su cancelación. De una u otra forma, todo el planeta castellanoparlante se remite a España, por lazos históricos, genéticos, idiomáticos. Dicha nación, gobernada hoy por un obtuso Partido Popular, con índices de desempleo situados entre los más altos de Europa, clarinadas sociales requeridas de guías y presencia en los medios, cuenta con uno de los modelos de prensa más derechistas, recalcitrantes, arsenicales e ideológicamente uniformes del planeta. Significaba el recién desaparecido cotidiano un farolillo rojo entre la bruma, una blanca careta para caminar entre la polución informativa espolvoreada dentro de la garganta del gran público o segmentos de la ciudad letrada ibérica.
Pese a sus ocasionales aportes a dicho smog mediante desacertados puntos de vista y garrafales enfoques ideológicos para un órgano considerado representante de la izquierda, era, en sentido general, uno de los escasos medios impresos que mantenían allí la dignidad del Periodismo e informaba sin falacias sobre la situación social del planeta, de forma regular. Contribuía al combate contra la mendacidad campal de sus semejantes; así como a sumar pluralidad al pensamiento periodístico hispano desde posiciones mayormente progresistas.
Por fortuna, Público, al menos de momento, mantendrá su existencia digital, en tanto posee más de 5,5 millones de usuarios únicos y representa la cuarta web de información general en España. Apoyará o cohabitará, pues, en dicho espacio -como se sabe, más leído en la actualidad por algunos sectores que el impreso, aunque el papel siempre será el papel- con algunos de los exponentes alternativos de mayor impacto en la lengua española, cuya base editorial allí se localiza. Rebelión a la cabeza, a criterio del columnista.
En estupendo artículo publicado por Pascual Serrano, justamente el hombre al frente de Rebelión, él censura la pusilanimidad del empresario a la cabeza de Público y la falta de apoyo de la mismísima izquierda, local e iberoamericana: “Detrás de proyectos alternativos escritos que funcionan como The Nation en Estados Unidos o New Left Review en el Reino Unido hay unos lectores convencidos de la necesidad de mantenerlos y financiarlos. Il Manifesto periódicamente se ve obligado a sacar un ejemplar por cincuenta euros para tapar sus frecuentes agujeros económicos, La Jornada de México logró fondos subastando cuadros y The Nation cuenta con 30 mil socios solidarios que pagan por encima del precio de la suscripción. Nosotros, en cambio, queremos que esté gratis en internet y comprarlo los domingos cuando nos regale un DVD. Luego están los gobiernos progresistas latinoamericanos, que, con razón, se quejan de la dictadura mediática que domina la información mundial y que tanto les vapulea, manipula y tergiversa. Muchos de esos gobiernos, con gran acierto, han desarrollado sus medios públicos, aprobado legislaciones destinadas a avanzar en la democratización de la comunicación concediendo licencias a los movimientos sociales, han establecido límites a la concentración de medios en sus países. Pero la información ya no tiene fronteras, deben tener la audacia y la visión de pensar fuera de su país. Si sus recursos naturales son gestionados por las empresas españolas, muchos de sus servicios públicos también los prestan estas empresas, e incluso parte de sus medios de comunicación están en poder de multinacionales españolas, ¿por qué no se plantean la necesidad de dedicar parte de su esfuerzo y recursos a participar en alguna opción mediática española que rompa el monopolio de la derecha? ¿Cómo esperan que mejore la imagen falsa y manipulada que existe en España? ¿Esperan que rompamos ese cerco mediático y logremos llevar la verdad de esos países a los españoles unos cuantos periodistas con nuestras páginas web?”.
En tanto, su colega Vicenc Navarro, escribía en el mismo medio este 9 de marzo que “sería un gran error para las izquierdas que dejaran que desapareciera también como diario digital. Las izquierdas necesitan un diario, aunque sea digital, tanto como el aire que respiran. El ambiente intelectual en España es asfixiante (…). Y hacía votos porque Público continuase al menos en el ciberespacio, “por el bien, no sólo de las izquierdas, sino también de los distintos pueblos y naciones de España. Millones de españoles sufrieron enormemente para que tuviéramos democracia. Y no nos podemos permitir que, ahora, Público, su espíritu y su presencia, se debiliten, y con ello se debilite todavía más la democracia que siempre soñaron y nunca consiguieron”.
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