Dos décadas llevaba el equipo catalán sin ganar en Rusia, donde tampoco nunca antes había perforado las redes el hombre poema del fútbol contemporáneo, quien parece destinado a quebrantar todas las marcas imaginables para un delantero.
Lo cierto de todo es que Leo Messi sigue haciendo historia y con sus dos goles de este martes ante el Spartak ha logrado igualar el récord de 25 dianas entre la Champions (13) y la selección (12) en un año natural que ostentaba Vivian John Woodward desde 1909.
Además suma 56 tantos en la competición continental, cifra que le convierte en el segundo máximo goleador de su historia, al alcanzar al holandés Ruud Van Nistelrooy.
Mientras enfila el discutido récord de Muller de 85 tantos en doce meses, Messi sigue destrozando marcas en todas las competiciones. De momento ya es el máximo goleador en la Liga BBVA con 17 tantos en 12 partidos, también en Champions con 5 y acumula desde enero 80 balones anidados en redes rivales, cuando aún restan siete partidos para que termine el año.
LOS DOS DE HOY
En la antesala del partido contra el Spartak, la "sequía" del Barça en Rusia y una temperatura cercana a los cinco grados centígrados estimulaban las esperanzas de una de las barras más bravas del fútbol ruso.
Con bufandas, gorros y otros motivos rojiblancos, en la calles, los túneles atestados de la estación del metro Parque de la Cultura, en los vagones de este medio de transporte y en las descubiertas gradas del Luzhnikii, la hinchada no escatimaba respaldo para los locales.
No menos impetuosos se mostraban unos 60 partidarios del conjunto ruso Lokomotiv, eternos rivales del Spartak, quienes en medio de una ofensiva estatal para poner orden en los espectáculos deportivos fueron arrestados por gamberrismo, según voceros de la policía.
Anécdota aparte, desde los primeros minutos del partido, las arrancadas de Messi originaron situaciones peligrosas, hasta que a los 16 minutos sus pies y su cerebro iniciaron una secuencia de pases que Dani Alves convirtió en grito: ¡gol!
Sin regalar los milagros inimaginables de los que suele ser capaz, pero dueño del privilegio del instinto goleador, tras un rechazo del portero rival, Messi remató a los 27 minutos con la derecha de volea y rompió el hielo en las redes rusas.
El dominio culé se acentuó, y cuando el reloj marcaba el número 39 en mano a mano marcó el gol 25 de este año entre la Liga de Campeones y la selección argentina, y el 56 en la Champion, donde solo lo supera el español Raúl.
La anotación que selló la victoria del mejor club del mundo y su pase a octavos de final es la rúbrica número 80 de Messi en su carrera particular por rebasar la marca de 85 para una temporada establecida por el torpedero teutón Gerd Muller.
Pero estas cifras no lo dicen todo. El atleta más destacado del subcontinente americano en 2011 según la encuesta anual de Prensa Latina, parece ser el 75 por ciento de la maquinaria azulgrana y la inspiración del 25 restante.
A los primeros dos goles rusos de Messi se sumó un dominio del 64 por ciento de la pelota por parte del Barca, frente a solo unos 36 puntos porcentuales a favor de la rojiblanca.
La maquinaria catalana realizó seis saques de esquina mientras que sus rivales solo conquistaron ese derecho en dos ocasiones, en tanto que los pupilos de Tito Vilanova dispararon contra la portería trece veces y sus contrarios nueve.
Súmese a la magia de Messi -sobre todo en los primeros 45 minutos- el hermetismo de Bousquet y Badía en el freno a los contragolpes rojiblancos, a quienes impidieron prácticamente concatenar más de dos pases en forma consecutiva.
Todos esos argumentos colocan al Barcelona en octavos de final de la Liga de Campeones, y al público de todo el mundo ante la expectativa de las nuevas marcas que Lio Messi pueda establecer. (Resumen de agencias)
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