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martes, 15 de enero de 2013

Nueva apelación: EE.UU. influyó en la decisión de los Cinco de Cuba

Danny Glover y Saul Landau

Esperamos por una mujer latina y dos de sus hijos hasta que el guardia de la prisión en el buró de la entrada llamara nuestro número. Pasamos por la máquina de rayos X y nos pusieron el cuño en la muñeca. Luego nos sentamos y miramos una exposición religiosa en una vitrina (¿separación de la iglesia y el estado?) donde los visitantes esperan antes de que abran la puerta electrónica #1 desde un cercano sistema de control.
Cuando entramos a la sala de visitas, un guardia pelirrojo se queda mirando los pantalones de Saul y luego le dice en su cara: “No puede entrar aquí vestido de esa manera”.
¿Como?, replica sabiamente Saul.
“Pantalones beige y camiseta gris. Está prohibido. Así se visten los reclusos”.

Un guardia acompaña a Saul hasta el edificio de la entrada y le indica cómo llegar a la tienda Target más cercana, la única en millas a la redonda, junto a la carretera, dice, donde puede comprar otros pantalones.
Saul logra hacer su cambio de vestuario, regresa a la Penitenciaría de Máxima Seguridad de Victorville, California, y se une a un nuevo grupo que espera: mujeres y niños, todos negros o latinos, esperando una hora mientras cuentan a los prisioneros.
Otra vez pasa por la máquina de rayos X, el cuño invisible en la muñeca de Saul es leído por un escáner de mano y él regresa a la sala de visita, abraza a Gerardo y se sienta con él y Danny a discutir el caso legal de los Cinco de Cuba (Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Fernando González, Ramón Labañino y René González, el cual se encuentra en libertad vigilada y restringido al sur de la Florida), quienes se infiltraron en grupos de exiliados violentos en Miami para impedir la campaña de puesta de bombas en hoteles. El FBI arrestó a los Cinco en 1998 y los acusó de graves delitos: Gerardo de conspiración para cometer espionaje y complicidad de asesinato.
Un jurado intimidado –los medios fotografiaron la licencia de sus autos, por lo cual los hicieron identificables– los declaró culpables y la jueza Joan Lenard los condenó a muy severas penas, más tarde disminuidas por un tribunal de apelaciones, excepto las dos penas de prisión perpetua para Gerardo.
Gerardo describe los peligros de la vida diaria en prisión, como las peleas rutinarias entre reclusos, algunas de las cuales terminan con la muerte cuando un recluso shanks su contrincante u otro un recluso apuñala con una pluma a un guardia de prisión en el ojo.
Observamos la sala y vemos a prisioneros que se reúnen tranquilamente con familiares o juegan a las cartas con su novia. Cuatro guardias vigilan de manera diligente desde una posición elevada.
Discutimos con Gerardo la moción presentada por Martin Garbus para su última apelación. Garbus encontró documentos de cómo el gobierno intentó influir en el juicio pagando a periodistas para que escribieron para The Miami Herald, El Nuevo Herald y la radio y TV locales  algunos materiales que el gobierno tenía la intención de usar para influir en la comunidad y en el jurado y así obtener una decisión de culpabilidad contra los acusados”.
Los tribunales desconocían estos hechos y tampoco los abogados de la defensa. La jueza trató de aislar al jurado de influencias externas, pero según Garbus “ni ella ni ninguna otra persona, con excepción del gobierno, tenían la más remota idea de las enormes cantidades de energía, dinero y tiempo que fueron utilizadas para influir en este jurado”.
En Estados Unidos, no se permite al gobierno pagar por lo que se considera propaganda interna. Si el gobierno desea adoptar una posición política tiene todo el derecho a hacerlo. Lo que no puede hacer es contratar a alguien, no decir a la audiencia  norteamericana que la persona que está presentando una posición  está presentando una posición del gobierno. Eso viola la ley”. Y, concluye Garbus, la propaganda pagada por el gobierno de EE.UU. contaminó a la opinión pública.
Ricardo Alarcón, presidente del parlamento cubano, calificó este financiamiento de propagandistas durante el juicio de “conspiración del gobierno con los medios locales de Miami para condenar de antemano a los acusados y hacer imposible que se celebrara un juicio imparcial”. El meollo de esta conspiración fue usar a los medios para desatar una campaña de propaganda de odio y hostilidad sin precedentes. Con ese fin emplearon a un número considerable de “periodistas” –en realidad agentes encubiertos del gobierno– que publicaron artículos y comentarios que fueron repetidos día y noche, lo cual produjo una verdadera tormenta de desinformación.
Gerardo come papas fritas que compramos en las máquinas de la prisión y nos recuerda que no se ve a  gente de clase media “allí, solo los que no pueden pagar a abogados caros”.
Él confía en que la reciente petición de habeas corpus convenza a un tribunal de apelaciones para que declare que el juicio fue parcializado y exija uno nuevo o los libere. Pero él no puede planear su vida dependiendo de eso o pensando en una liberación temprana de sus dos penas perpetuas. Su esposa Adriana no puede visitarlo, porque el gobierno de EE.UU. niega todas sus peticiones de visa. Recientemente ha sido propuesta como candidata  a delegada al parlamento cubano.
Gerardo soporta sus privaciones con estoica disciplina. Mantiene su régimen en este insano lugar haciendo ejercicios, leyendo, respondiendo el correo y dibujando caricaturas. Ve las noticias y lee The New York Times que, al igual que todo su correo, es abierto y leído por censores especiales de la prisión.
Quizás el presidente Obama pudiera aceptar la propuesta de Cuba de un intercambio –gestos humanitarios independientes– de los 5 de Cuba por Alan Gross, el agente por contrato que trabajaba para la USAID y trató de organizar sistemas satelitales no detectables dentro de Cuba como parte de un esfuerzo para subvertir al gobierno cubano. Un tribunal cubano declaró culpable a Gross y lo condenó a 15 años de prisión.



Los filmes de Saul Landau Fidel  y Por favor, que el verdadero terrorista se ponga de pie están disponibles en DVD por medio de cinemalibrestudio.com. Danny Glover es un actor y activista.

Fuente: http://progreso-semanal.com/ini/index.php/eeuu/6417-nueva-apelacion-eeuu-influyo-en-la-decision-de-los-cinco-de-cuba

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