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lunes, 31 de marzo de 2014

Nuestra Belleza Latina: en busca de la mujer florero (I)

Entre culebrones y realitys al estilo Nuestra Belleza Latina, decenas de miles de personas, sobre todo mujeres, se suman en la culta Cuba a la vorágine involutiva de pensamiento que dicta la industria del "entretenimiento" via USB.
Julio Martínez Molina
 
El patriarcado logró sobrevivir, y dominar aun, gracias a la ignorancia impuesta, los sistemas políticos, la religión, un núcleo ancestral de costumbres encaminados a confiar los poderes económicos a los hombres, el consiguiente machismo, los postulados conservadores difundidos por disímiles vías y ¡los medios! Gran parte de responsabilidad, hoy día, le atañe a la industria musical. Un video clip de Daddy Yankee es más nocivo o tóxico que el tristemente célebre libro Cásate y sé sumisa (2013), de la italiana Constanza Mariano, todo un escándalo en Europa pero convertido no obstante en superventas, en el cual la autora plantea ideas como estas: “Comprobarás, te lo puedo asegurar, que un hombre no se puede resistir a una mujer que lo respeta, que reconoce su autoridad, que se esfuerza lealmente en escucharlo, en dejar a un lado su propio modo de ver las cosas, que se muerde la lengua, que acepta por amor recorrer caminos muy distintos a los que ella hubiera elegido de estar sola”.

Igual culpa la tiene la producción televisiva. Transcurridos ¡104! años después que Clara Zetkin proyectase un futuro de dignidad para el sexo femenino, en la II Conferencia de Mujeres Socialistas, de Dinamarca, las productoras regionales -Televisa al mando- continúan la fabricación en serie de telenovelas cuyo ritornello argumental es la “caza” de un buen partido masculino. A esos abominables culebrones latinoamericanos se suman en medio de la -en términos de pensamiento- involutiva época del reality, exponentes como Nuestra Belleza Latina (NBL): concurso de Univisión -principal cadena televisiva en español de EUA-, cuya octava temporada siguen ahora mismo decenas de miles de personas, sobre todo mujeres, en la culta Cuba, donde tanto se ha hecho por defenderlas y concederles el papel que les corresponde.
El espectáculo tiene su cuartel general en Miami, algo en verdad nada fortuito. Cual con razón sostiene el filósofo Fernando Buen Abad Domínguez “a diferencia de otras farándulas, la de Miami es tributaria de una tradición golpista cultivada a la sombra de los peores intereses comerciales y criminales, de las peores mafias que la historia yanqui ha hospedado y prohijado. Su Alma Mater monetaria sostiene maridajes ideológicos con la moral burguesa de la hipocresía, de la doble moral, de la traición, del crimen organizado, de la prostitución y de todo lo que el capitalismo es capaz de infectar en su carrera demencial por acumular riquezas y humillar a la mayoría de los seres humanos. Y se exhiben sin pudor en los medios que la burguesía les presta.
“La industria del entretenimiento más grande del mundo está en EEUU, y (…) generó un beneficio de unos 726 mil millones de dólares en 2013. Y cuanto más se acerquen a esa cifra los “famosos” de Miami, más poder acumulan para ponerlo a los pies del imperio que les provee casa, nacionalidad e identidad en el reino de los mercachifles. Para acercarse, lo más que puedan a las cifras mayores, son capaces de vender a su mismísima progenie si alguien les prometiera aplausos en las cloacas de la estulticia. (…) Esta es una forma de explicar por qué, tarde o temprano, en vivo o a distancia, todos van a parar a Miami, con las mismas empresas disqueras, televisivas, radiofónicas y editoriales. Eso explica por qué todos están montados en el mismo tipo de espectáculos (repetitivos hasta la náusea) el mismo tipo de música, canciones, temas y mercadotecnia. Eso explica por qué todos distribuyen igual, piensan igual, se visten igual y comparten la misma, milimétrica mediocridad servil. Se han convertido en una costra tóxica de la industria cultural de masas plagada por parásitos que gritan, desde su uniformidad mercantil, que son cada uno originales, distintos y únicos seres tocados por la mano de dios. Y chantajean a los pueblos de mil maneras. No importa cómo se llamen, cómo se disfracen ni qué argucias inventen… hasta su mejor faceta humana esta intoxicada por la moral de mercachifles, incluida la misión publicitaria de dar limosnas, hacerse pasar por buenas personas o acariciar a los niños huérfanos.. En Miami tiene asiento la farándula más denigrante, que es antología del horror burgués y que se ha vuelto, cada día, más cínica mientras se exhibe en nombre del arte, la cultura y el “entretenimiento”. Una verdadera aberración (…)”, dice Buen Abad.
Durante la temporada al aire de NBL, Maybelline, Colgate, Optic Whitey Subway u otros patrocinadores se llenarán los bolsillos con el gran negociazo (millones por publicidad) que es este clásico show falocentrista en busca de la mujer florero, en el cual se escara la autoestima de ellas debido a la humillante preceptiva que las sitúa como excluibles sino se adecuan a los cánones o ideales fabricados por el mercado para sí; donde incentivan “el racismo, el machismo, el erotismo manipulador, la competitividad darwiniana exagerada, el miedo e inseguridad y otros mensajes que la literatura científica ha mostrado claramente que crean gran número de patologías”, para decirlo con las justas palabras de Vicenç Navarro, catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y profesor de Public Policy en The Johns Hopkins University.
La plataforma ideológica del programa es sórdidamente clara, tanto que asusta. La definió uno de sus jurados, Osmel Souza (persona repudiable donde las haya) a The New York Times: “Yo digo que la belleza interior no existe. Esos son temas que inventaron las no bonitas para justificarse”. (Continuará)

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