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viernes, 19 de septiembre de 2014

Demora en información vinculada al caso de Los Cinco… '¿Entuerto' en la era de la Internet?

Stephen Kimber, autor de Mentiras al otro lado del
agua: la verdadera historia de Los Cinco
, denuncia
las artimañas del Departamento de Estado de EEUU.
Stephen Kimber enseña periodismo en la universidad King’s College en Halifax, Canadá. Además de periodista, Kimber es un galardonado escritor, redactor y locutor, autor de la novela Reparaciones y de otros libros testimoniales, entre ellos el titulado What lies across the water: the real story of the Cuban five (Mentiras al otro lado del agua. La verdadera historia de los cinco cubanos), texto que el sitio Counterpunch, califica como muy recomendable y cuya publicación considera como suceso editorial notable. "El autor hilvana la historia con claridad, una historia que atrapa al lector pues fluye agradable y en añadido posee una narrativa que resulta entretenida a pesar de la seriedad del asunto denunciado", dice el articulista W.T. Whitney.
En fecha bien reciente (septiembre 15/2014), Kimber ha publicado en su blog esta historia increíble que ahora les comparto: más o menos cuatro años después de haber enviado una solicitud de información vinculada al caso de Los Cinco formulada al amparo de la Ley de Libertad de Información (FOIA del inglés Freedom of Information Act), el Departamento de Estado de los EEUU le 'responde' con una sarta de evasivas y respuestas de completo dominio público. Aquí les va la historia, gracias a la traducción del equipo de Progreso Semanal.

El Departamento de Estado responde… más
o menos, cuatro años después de mi solicitud


Cuando regresé a Halifax el 14 de septiembre de 2014, después de impartir conferencias en Washington acerca del caso de los Cinco de Cuba, me esperaba un sobre. Había sido enviado por el “Departamento de Estado de EE.UU.” y había una pegatina en el sobre de manila que advertía: “Abrir SOLO por el destinatario”.
El sobre contenía la respuesta del Departamento de Estado a una solicitud casi olvidada bajo la Ley de Libertad de Información que yo había presentado cuatro años antes, el 9 de septiembre de 2010 (no de “2004”, como declaraba la carta adjunta; ni siquiera del Departamento de Estado –uno tiene la esperanza– tarda tanto en responder a una sencilla solicitud de información).
Como yo había presentado la solicitud original – Caso #201005562– cuatro años antes, periódicamente enviaba correos electrónicos al Departamento solicitando información acerca del estado de mi solicitud. El 12 de julio de 2013, un tal Chris Barnes respondió: “He revisado las notas electrónicas en este caso. El caso aún está vigente. Las notas del caso indican que los documentos resultantes de una búsqueda se encuentran actualmente en revisión. Cada caso es diferente y el tiempo que lleva depende de la complejidad de la información solicitada y el tiempo que lleva revisar el material”.
Debido al tiempo transcurrido, comencé a tener la esperanza de que el chupatintas del Departamento de Estado, en su diligente búsqueda entre mohosos documentos en los sótanos y en registros perdidos de 15 años antes, debían haber encontrado la veta principal y estaban en ese momento ocupados en reunirla para mí.
Así que cuando el Departamento de Estado escribió de nuevo el 1 de abril de 2013 –el humor no es intencional, estoy seguro(*)– “para determinar si usted aún está interesado” en los archivos, inmediatamente respondí que sí. “¿Puede decirme cuándo recibiré una respuesta?”
No supe más, hasta que llegó el sobre por correo.
El sobre contenía 10 páginas, tres de ellas la carta y un formulario acerca de los Procedimientos de Apelación, en el improbable caso de que yo quisiera esperar otros cuatro años por otra respuesta. De las siete páginas restantes, tres eran documentos: “Hemos determinado que dos pueden darse a la publicidad en su totalidad y uno puede entregarse con supresiones. [1] Se incluye todo el material autorizado”.
La buena noticia era que “como se han duplicado menos de 100 páginas en este caso, su solicitud ha sido procesada sin costo alguno para usted”. Bueno, muchas gracias.
Luis Posada Carriles.

Entonces, ¿qué contienen estos documentos que al gobierno de EE.UU. le llevó cuatro años revelar y aprobar? [2] Los tres documentos –dos cables y una nota diplomática– se relacionan todos con la campaña de bombas en hoteles de La Habana en 1997, la cual fue planeada y organizada por el militante exiliado cubano Luis Posada Carriles y financiada por la poderosa Fundación Nacional Cubano-Americana. (Posada reconoció estas dos aseveraciones en una entrevista en 1998 con The New York Times.)
No hay nada nuevo en especial en ninguno de los dos documentos, excepto la solicitud [3] del gobierno de EE.UU. a los cubanos, por medio de notas diplomáticas, al menos en cinco ocasiones en ese verano (13 de julio, 7 y 12 de agosto, y 5 y 11 de septiembre) de “presentar toda la información que pueda tener en su poder que vincule concretamente a personas u organizaciones de EE.UU. a cualesquier de estas explosiones”.
El primer documento es un cable no clasificado de la Sección de Intereses de EE.UU. en La Habana al Departamento de Estado, la Casa Blanca y a más de una docena de embajadas norteamericanas. El asunto: “MINISTRO DEL EXTERIOR DICE QUE EE.UU. ES RESPONSABLE DE RECIENTES ATENTADOS CON BOMBAS EN LA HABANA”. Referencia: “TELCON KOZAK/JACOBS 21 DE AGOSTO”. (En la jerga gubernamental, telcon es una teleconferencia, esta supuestamente entre Michael Kozak, por entonces jefe de la Sección de Intereses de EE.UU., y alguien nombrado Jacobs, quizás Morris E. “Bud” Jacobs, quien “ocupó varios cargos de diplomacia pública y de política en el Departamento de Estado y la Agencia de Información de EE.UU.” en aquella época.)
El atentado con bomba en el hotel Copacabana. (**)
La nota aludía a declaraciones que el (entonces) ministro de relaciones Exteriores de Cuba Roberto Robaina había dado a Granma, el diario del gobierno cubano, en las que decía que el gobierno de Estados Unidos había “apoyado las recientes explosiones en hoteles habaneros y sería responsable de las consecuencias que surgieren… Robaina dijo que durante años [el gobierno de Cuba] ha entregado [el gobierno de EE.UU.] suficientes pruebas para condenar a individuos por tales crímenes, pero que los tribunales de EE.UU. prefieren escuchar los argumentos politizados de la defensa”.
El cable citaba su propia nota diplomática de respuesta: “Claramente, solo la parte cubana puede ser responsable de las consecuencias de su fracaso en proveer información y evidencia pertinentes”.
En una nota diplomática posterior mencionada en el Segundo cable, EE.UU. nuevamente exhorta los cubanos a compartir información y promete: “Si el gobierno de la República de Cuba proporciona la información y evidencia necesarias de fechorías criminales con sede en EE.UU., el gobierno de Estados Unidos tomará las medidas apropiadas para hacer respetar la ley”.
La realidad es que no lo hicieron.
Avancemos a junio de 1998, después de que la Seguridad del Estado de Cuba finalmente compartiera con el FBI durante tres días de reuniones en La Habana la evidencia que había acopiado. El FBI prometió investigar y comunicar a los cubanos los resultados. En su lugar, tres meses después arrestaron no a los conspiradores terroristas, sino a los agentes cubanos de inteligencia que habían ayudado a descubrir los complots.
¿Luis Posada Carriles? Aún camina por las calles de Miami como un hombre libre.[4]

Notas:

[1] La “supresión” aparece –o en realidad no aparece– en la sección Sumario de un cable acerca de una nota diplomática de la Sección de Intereses de EE.UU. al gobierno cubano. La exención que se reclama es para “información específicamente autorizada por una orden ejecutiva de que se mantenga en secreto en aras de la seguridad nacional de la política exterior”.
[2] Para ser justo, estos documentos están al menos más relacionados con el caso que las 400 páginas de recortes de periódicos disponibles públicamente que el Buró Federal de Investigaciones me envió en 2012 después de esperar de manera similar durante varios años por documentos “pertinentes” acerca de la participación del Buró en una serie de reuniones en junio de 1998 en La Habana entre el FBI y la Seguridad del Estado de Cuba relacionadas con ataques terroristas contra Cuba.
[3] Es interesante que, en su exhaustiva búsqueda del material que yo había solicitado, aparentemente el Departamento de Estado no encontró el texto de ninguno de ellos, salvo las notas del 5 y 19 de septiembre. Al menos no los incluyeron en el material que me enviaron.
[4] El gobierno de EE.UU. sí reconoció tardíamente el papel de Posada en el complot de los atentados a hoteles en La Habana. Por supuesto, no lo procesaron por el hecho de participar en el complot sino, con un giro orwelliano, de mentir en un formulario de inmigración acerca de su papel en el complot de los atentados. Durante su juicio de 2010, los fiscales presentaron los mismos documentos que los cubanos habían entregado 13 años antes. Y así son las cosas.
(*) La fecha hace alusión a la celebración en EE.UU. del Día del Tonto de Abril (April Fool’s Day), equivalente de nuestro Día de los Inocentes. (Nota del traductor.)
(** ) El fallecido en el atentado fue Fabio di Celmo, un joven italiano. (N. del T.)

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