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domingo, 7 de septiembre de 2014

La vergüenza de Descemer (+ Vídeo)

Julio Martínez Molina

Al ser entrevistados en el extranjero (sobre todo en los Estados Unidos), algunos artistas cubanos son mucho más amables, dóciles, tímidos que el locutor o periodista televisivo encargado de interrogarlos; e intentan ser conciliadores cuando son inquiridos en torno a los casi ineludibles temas políticos. Otros, en cambio, “pactan” con los presentadores -unos pocos de estos asienten- para esquivar la conflictiva área. Y los menos entran en confrontación. Se encuentran en una encrucijada difícil, pues si impugnan directamente los ítems bloqueo/imperio o defienden con algún fervor la soberanía nacional, peligra el retorno allí, el acuerdo para futuros espectáculos, el acceso a determinados escenarios o círculos.

Resulta un asunto complicado, en el cual uno, sin ser del giro, hace un esfuerzo por entender tales actitudes neutras, apaciguadoras o acomodaticias, según las ópticas interpretadoras. Ahora bien, cuanto sí resulta difícil asimilar es que un presentador les ataque a su país o les endilgue epítetos falsos a sus líderes en medio del diálogo, y los artistas callen. Eso lo ha visto el redactor, como todos quienes por oficio o gusto han digerido semejantes entrevistas-pasaportes.
Con independencia de que cada cual tiene derecho a opinar, a poseer su personal apreciación, provocan escalofrío ciertas entrevistas de creadores nacionales (por fortuna, pocos) para medios impresos de Ibero o Norteamérica, dada la irresponsabilidad de sus palabras.
Por eso complace tanto que alguien como Descemer Bueno (quien le conoce bien las entrañas al monstruo, por haber vivido allí; y tiene bastante más que perder que muchos de quienes no se buscan problemas; lo cual le triplica su valentía) haya propalado dura crítica al criminal bloqueo yanki, en entrevista difundida el 4 de septiembre en la cadena de televisión Russia Today. Durante la era digital no importa el sitio de los pronunciamientos; los términos sí.
A ese bloqueo -el cual escasas horas después de la entrevista el imperio prorrogó por un año más otra vez- que nos ha dejado un volumen de pérdidas superior al billón de dólares, nos cortó el acceso a fuentes de suministros cercanas, o cercenó la posibilidad de adquirir medicinas del primer mundo para nuestros enfermos, el músico lo calificó a la televisora rusa como un capricho.
“Entonces yo pienso que, primeramente, los americanos no tienen conciencia de eso, los americanos no saben que existe un bloqueo, muchos americanos no saben dónde está Cuba; entonces, primero ha sido un engaño al pueblo norteamericano, para empezar, porque los limitan a conocer gente que son y que tienen una historia. 
“Cuba es un país que tiene una historia, un país que ha tenido dos guerras de independencia -una guerra grande y otra chiquita-, hemos tenido un presidente de nos han mandado de Estados Unidos para acá en el año 1902 y que nos gobernó por años, hemos sufrido muchas cosas y tenemos muchas cosas que contar. En la guerra sacamos de aquí a los españoles, somos un pueblo en todo sentido bravo.
“Verdaderamente es una pena que nos aíslen, que nos digan: ustedes no pueden, no les vamos a dar visas o para que tengan acceso a tal información, y en la medida que vas creciendo, que piensas que el bloqueo solo te influye a ti porque eres músico, te das cuenta que no, cuando tienes a tu madre enferma con Alzheimer y te das cuenta que hay medicamentos de primera generación y que los Estados Unidos no permiten que entren a Cuba, ahí es cuando te das cuenta que eso no es, ni tan siquiera humano, porque le limitan la vida a personas”, le contestó Bueno al reportero Semión Senderov.
Solo un día después, El Nuevo Herald y El Diario de las Américas, de Miami -así como numerosos blogs contrarrevolucionarios-, arremetieron contra el artista, en cuanto constituye verónica clásica de su mecanismo. El sistema mediático corporativo occidental dio idéntica respuesta, semanas atrás, cuando la artista Penélope Cruz y un grupo de cien intelectuales españoles rubricaron un manifiesto contra el genocidio en Gaza. Ella tuvo que desdecirse en Twitter, al ser tildada de ignorante, lerda, desconocedora del conflicto, antisemita…
No se puede disentir y es de temer por ende que al cubano le costarán caras sus declaraciones, como históricamente ha ocurrido con otros colegas nacionales o extranjeros que osaron oponerse a la matriz discursiva hegemónica. En el sur de La Florida no suelen olvidar y cobran las “ofensas” ideológicas igual a como los mafiosos hacen con sus deudas.
En Descemer Bueno y su mala memoria, comentario aparecido en el segundo periódico floridano mencionado, lo más suavecito que le dicen al autor de Ella es lo siguiente: “Si un músico cubano no domina temas políticos y económicos, nacionales e internacionales, mejor se dedica a cantar, tocar o componer. Y si concede una entrevista donde le van a preguntar sobre asuntos no relacionados con su profesión, entonces que se informe bien. Para que no haga el ridículo”.
Descemer no hizo el ridículo ni pecó de ignorante. Al contrario, resalta la valentía, claridad y honestidad de su postura. Mostró esa vergüenza que a veces recula cuando más falta hace.

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