Andrés García Suárez
La historia de amor de GERARDO y ADRIANA emociona a los cubanos, al mundo. No es porque tenga todos los ingredientes de una buena película, sino de una quemante realidad. Acaso por eso sentimos por esta pareja una atracción especial, por cómo defendieron su amor y como lo disfrutan hoy. La hemos hecho nuestra, la revivimos durante 16 años en el hogar. La compartimos. Desde el punto de vista privado son los héroes emocionales de nuestras vidas.
Ahora llegó a su plenitud cuando la vimos, el Día del Regreso, con esa hermosa, jubilosa preñez que nos causó más felicidad que asombro. Con ellos, sobre ellos que han sido tan capaces de despojarse de todas las corazas y compartir sus heridas más profundas, podemos hablar abiertamente, por su optimismo realista ante la meta más importante de su existencia: la maternidad, la paternidad, preocupación que nunca ocultaron sentir. Ahora esperamos todos, dentro de pocos días (¿quince, un mes?) a Gema para colmar la plenitud.
Gerardo y Adriana se conocieron en aquella parada de ómnibus de la ruta 32 cercana al Malecón habanero el 20 de octubre de 1986. Él era un joven de 21 años; ella, una adolescente madura de 16. Existió el amor a primera vista y a partir de ese día floreció por entre todos sus compañeros de clases y pasajeros que esperaban cada día aquella guagua atestada. Sin poder esperar más, como si presintieran que el tiempo podía ser poco, o porque la ansiedad de amarse era mucha, el 7 de noviembre, 17 días después de conocerse, se hicieron novios. La vida hogareña los unió aún más durante un decenio, con interrupciones gloriosas como la de la misión de él en Angola, y otras. Hasta aquel día gris de septiembre de 1998 en que el FBI yanqui irrumpió en sus vidas.
A Gerardo y Adriana les robaron el tiempo. El Imperio les quitó 16 años de intimidad. Él se convirtió en Héroe de la República de Cuba. Pero para ella no sólo es un Héroe, siempre será "su" héroe: "mi alegría, el hombre que yo elegí, con sus valores y defectos, con sus cualidades, con lo que hemos aprendido de seguir viviendo enamorados" -cuenta ella. Les robaron el tiempo, el contacto, pero jamás pudieron despojarlos de su creatividad para mantener vivo el amor, para hacerse regalos a la distancia. Durante 17 meses fue el confinamiento, "el hueco" que también significaba el mutismo, un silencio total de más de dos años ¡y resistieron! Después se vieron forzados a desarrollar el oído para durante 300 minutos al mes, con un máximo de quince minutos diarios por las limitaciones del presidio, sentir el cariño en sus voces golosas, una especie de telepatía como la que describen las madres cuando presienten cómo están sus seres amados. Son sus voces de amantes, que pueden hasta juguetear con el doble sentido, con el romance, con la picardía de las parejas, y apartar la nostalgia, la monotonía y la incertidumbre y pintar el tiempo alegre. El de hoy con la Gema que se transmitieron, regalo de amor a la distancia, como el mejor homenaje y resultado de tanta pasión compartida. Otro triunfo de su creatividad, que ya conoceremos, para no dejarse quitar la posibilidad de multiplicar tanto amor.
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