Por Alberto Vega Falcón*
Tengo derecho a estudiar
y ser un hombre de bien,
pero a protestar también
si tengo que protestar.
Tengo derecho a cantar,
en los montes y en los llanos,
a cuidar con estas manos
la sociedad que hemos hecho
y defender el derecho
que tenemos los cubanos.
Tengo derecho a reír,
cuando de reír se trate,
tengo derecho al combate
si tengo que combatir.
Tengo derecho a seguir
amando la creación;
el derecho a la razón
de la dignidad erguida
y a defender con mi vida
el alma de la nación.
Tengo derecho a crear
sin temerle a la censura;
en el arte y la cultura
-más culta o más popular-.
Tengo derecho a expresar
lo que mi país ha hecho;
y llevar sobre mi pecho
el amor que el pueblo puso
para que ningún intruso
venga a quitarme el derecho.
Tengo derecho a vivir
sin que una mano extranjera
estruje mi guayabera
y opaque mi porvenir.
Tengo derecho a seguir
defendiendo mi decoro;
ver la Palma real, tesoro
de vegetal cubanía,
y a que nadie venga un día
a matar mi tocororo.
(*) El autor (Ciego Montero, Cienfuegos, 1944) es poeta, narrador y periodista. Miembro fundador de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), actualmente se desempeña como vicepresidente de su Comité Provincial en Cienfuegos.
excelente poeta,siga adelante,desde caracas estamos solidarios con la revolucion cubana.saludos.
ResponderEliminarGracias x su comentario. Le haré llegar sus palabras al poeta autor de las décimas. Un abrazo a la gente linda y revolucionaria de Caracas y de Venezuela toda. Chávez vive, la Revolución Bolivariana sigue.
EliminarPara ti, Guijiro de monte adentro:
ResponderEliminarY yo me tomo el derecho
por ser guajira también
de admirarte cien por cien
al ver todo lo que has hecho.
Tu obra de artista selecto
la construiste desde abajo
subiste por tu trabajo,
abnegación, persistencia,
por esa humilde conciencia
que da fruto en cada gajo.
Para Veguita, de Guillermina
ResponderEliminarNosotros fuimos pobretes
y nunca tuvimos nada
en ti prendió la tonada
con aquella vida infame.
Supimos lo que fue el hambre
la miseria, humillación,
crecimos en un rincón
de campo, palmas y caña
por eso tu verso entraña
hoy tanta satisfacción.