domingo, 11 de enero de 2015
Cuba y Estados Unidos restablecen relaciones: ¡Feliz Año Nuevo!
El 17 de diciembre de 2014, el presidente estadunidense, Barack Obama, y el presidente cubano, Raúl Castro, anunciaron simultáneamente que ambos países restablecerían relaciones diplomáticas normales, las cuales las había terminado el presidente Dwight D. Eisenhower en enero de 1960. La mutua decisión fue resultado de 18 meses de negociaciones bastante secretas, lo suficientemente secretas como para que los anuncios fueran una sorpresa. Pronto fue del dominio público que el papa Francisco había alentado activamente este restablecimiento. Los emisarios de los dos países se reunieron en el Vaticano, y el papa Francisco, junto con el arzobispo cubano de La Habana, el cardenal Jaime Ortega, jugaron un papel clave en promover el acuerdo. Ambos presidentes expresaron el franco aprecio a la ayuda del Vaticano. Esta reunión fue el último paso antes de la llamada de 45 minutos entre los dos presidentes.
Menos notorio, pero también importante, fue el papel jugado por el primer ministro canadiense, Stephen Harper, quien facilitó el diálogo dando cabida a las pláticas iniciales en Canadá, un papel reconocido y apreciado por ambos presidentes. El involucramiento de Harper fue importante debido a que su política general se parece a aquella de los políticos republicanos de la corriente principal en Estados Unidos, excepto por el hecho de que Canadá nunca rompió relaciones diplomáticas con Cuba. Las reacciones adentro de Estados Unidos han sido entreveradas. El acuerdo fue denunciado, como era predecible, por los principales políticos republicanos, con algunas notables excepciones: como el senador Jeff Flake, de Arizona, y el senador Rand Paul. No obstante, tuvo gran respaldo de la Iglesia católica, la Cámara de Comercio estadunidense –en una declaración pública–, Human Rights Watch y grandes empresas agrícolas cerealeras. También fue bien recibida en las encuestas de opinión pública y parece que también entre una mayoría de cubano-estadunidenses más jóvenes. Fue notable que se le tratara con cautela pero sin hostilidad en el Miami Herald, fuente de noticias importante para los cubano-estadunidenses. Llamó el acuerdo tirada de dados y dijo que, pese a que la decisión era un acto de valentía y el inicio de una nueva era, el resultado era incierto. El periódico confió en que la jugada rindiera frutos. Las reacciones fuera de Estados Unidos han sido en gran medida positivas. Fue saludada por toda América Latina –públicamente por Ernesto Samper, secretario general de la Unión de Naciones de América del Sur (Unasur); José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), y por el presidente de Panamá, bastante conservador, Juan Carlos Varela, quien ve la aceptación de ambos presidentes de ir a Panamá para la séptima Cumbre de las Américas como la realización de un sueño de tener una región unificada. La aprobación fue expresada por toda Europa, Asia y África también. Si un acuerdo importante se concreta entre los dos países que han expresado tan constante y abierta hostilidad por más de medio siglo, debe haber alguna ventaja significativa para concretarlo por parte de ambos lados. Obama planteó como su argumento clave: Estos 50 años han mostrado que el aislamiento no ha funcionado. Dijo que Estados Unidos mantiene su compromiso con la libertad para Cuba. La cuestión es cómo hacer para mantener en alto ese compromiso. No creo que podamos seguir haciendo la misma cosa por más de cinco décadas y esperar una resultado diferente. El énfasis de Castro en su anuncio fue ligeramente diferente. Hemos podido encaminarnos en la solución de algunos tópicos de mutuo interés de ambas partes... El progreso logrado en nuestro intercambio prueba que es posible hallar soluciones a muchos problemas. Sin embargo, queda por resolver lo esencial, que es el cese del bloqueo económico y financiero. No obstante, la decisión del presidente Obama merece el respeto y el reconocimiento de nuestro pueblo. Entonces, ¿qué fue lo que de hecho se decidió? ¿Qué cedió cada parte? Hubo un intercambio de prisioneros. Esto es maravilloso para los prisioneros, pero en sí mismo no es poco común, aun entre los enemigos más acérrimos. Obama está suavizando las restricciones sobre las remesas, las operaciones bancarias y los viajes, pero no ha terminado con las restricciones totalmente. Algunos argumentan que ya las suavizó tanto, que ya les quitó casi toda la significación. Castro permitirá más acceso al Internet y liberó a 53 presos políticos cubanos. Obama instruyó al secretario de Estado, John Kerry, para que comience el proceso para retirar a Cuba de la lista de Estados que fomentan el terrorismo. Anunció su voluntad de estar en reuniones hemisféricas junto con Castro, diciendo en español: Somos todos americanos. A final de cuentas, ambos lados han mantenido el mismo debate interno. ¿Acaso una línea dura quiebra al oponente? ¿Un acercamiento entre los dos disuelve al otro? Éste fue el debate en ambas partes que precedieron al llamado détente entre Estados Unidos y la Unión Soviética, a la reunión entre Richard Nixon y Mao Tse Tung en Pekín, y a la reapertura de relaciones normales entre Vietnam y Estados Unidos. La experiencia ha mostrado que ni el quiebre ni la dilución han ocurrido de hecho. Para el analista de izquierda Emir Sader, Cuba sale victoriosa. Ha forzado al entierro de la lógica de guerra fría que prevaleció hasta ahora. Al principio Cuba quedó aislada por Estados Unidos. Pero después de 50 años se revirtió la situación. Resultó que quien estaba aislado era Estados Unidos. Han logrado relaciones diplomáticas basadas en el respeto entre iguales. La izquierda latinoamericana prevé pérdida de respaldo público en Estados Unidos para la continuación del embargo. Cree que ahora será más difícil para Estados Unidos emprender un embargo a Venezuela. Y todo mundo parece pensar que estos desarrollos acelerarán un acuerdo entre el gobierno colombiano y la oposición guerrillera, las FARC, en la cual Cuba ha jugado un papel de mediación. Desde mi punto de vista, la jugada de Obama fue la decisión singular de política exterior más positiva que ha hecho desde que asumió el cargo en medio de un récord que indica que en otros muchos asuntos su actuación ha sido muy pobre. No es magia, pero cambia la atmósfera. Si los republicanos en el Congreso resultan demasiado intransigentes, sólo forzarán a Obama a ir más allá. En una entrevista con Associated Press, él ya ha dicho que no descarta emprender una jugada semejante en Irán, aunque dice que será más difícil. Escribiendo en La Jornada, Marcos Roitman Rosenmann aplaude el acuerdo con el título Cuba, la dignidad gana batallas. Tal vez también es ésa la lección para Obama. En el largo plazo, lidiar con otros países de manera exitosa requiere dignidad, no sólo del débil, sino también del fuerte. Cabe la posibilidad remota de que, con alguna renuencia, Obama, su secretario de Estado John Kerry y la potencial candidata demócrata y anterior secretaria de Estado Hillary Clinton se vean empujados a reconocer esto en lugar de continuar en la perorata de que Estados Unidos es el líder de los virtuosos que mantienen a raya a la lacra del mundo. (Tomado de La Jornada / Traducción: Ramón Vera Herrera)
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