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domingo, 26 de abril de 2015

Los 53 años del infame Sábado Gigante

Don Francisco “entretenía” al pueblo chileno mientras
Pinochet asesinaba a mansalva con el respaldo de EEUU.
Julio Martínez Molina

Nuestra Belleza Latina, Caso Cerrado y Sábado Gigante conforman una tríada de sorprendentes niveles de recepción en un país culto e instruido como Cuba, cuyos parámetros educativos no guardan relación con el público al cual se dedican aberraciones audiovisuales representativas de la versión más pedestre de la telebasura contemporánea.
Sin embargo, primeramente por conducto de los DVD alquilados en los “bancos” y luego vendidos de forma legal por los trabajadores de la gestión no estatal y, sobre todo, más tarde ya, en virtud de su majestad Don Paquete -el cual odio/amo a partes iguales, porque si por un lado porta tales ignominias, también me regala cada semana los filmes europeos, asiáticos y las series sajonas en cuya búsqueda por otras vías podría emprender el esfuerzo más afanoso sin resultados posibles- el domingo miles de cubanos, con inédita rapidez en la Isla e invalorable capacidad de aguante, “se disparan” las tres horas del show de Don Francisco emitido justo la noche anterior.

Con SG, los melodramas malthusianistas de Televisa o diferentes expresiones de lo peor de la parrilla miamera nos sucedió como con los gorriones, el marabú, las narconovelas, el pez león y el reguetón: no eran para nosotros, pero durmieron un día en casa para nunca más largarse. De todos modos, no le sugeriría a nadie que no visionase semejante morralla; por el contrario, háganlo para que -solo así- puedan constatar adonde pueden llegar el engaño, la ignorancia y la manipulación; de manera que por autoinducción directa busquen -entonces- proposiciones audiovisuales situadas en otro rango.
El pretexto de esta columna es que Univisión, la cadena hispana en Estados Unidos encargada de transmitir el espacio desde 1986, anunció de manera oficial la terminación de SG. El programa recesará en septiembre, luego de 53 años al aire. Que algo así haya permanecido durante más de medio siglo habla del colosal poder de la televisión en la conformación de patrones puerilmente enajenantes para grandes masas poblaciones desprovistas de una imprescindible alfabetización estética. Sin la cultura que -ya nos los alumbraba Martí: engendra libertad para discernir, seleccionar, decantar- nada es posible.
No se trata el de marras del mero espectáculo de entretenimiento típico, carta principal esgrimida por sus defensores. Representa un programa que, a través de sus diversos segmentos, alienta la misoginia, el racismo, la frivolidad más descarnada y el engaño en expresiones harto miserables; al tiempo que ubica en una posición muy demeritada al latino ante sí mismo, la mayoría anglófila del país donde se emite o el resto del planeta (fue transmitido en 42 naciones), al burlarse de su presunta falta de preparación/ rasgos psicofísicos y prefigurarlo como un ser humano lerdo, llorón, lujurioso e interesado, quien solo llegará a la realización personal tras ganar -siempre al azar, nunca por su capacidad de trabajo- determinada cantidad monetaria o un auto del año gracias a las “dadivosas” multinacionales que costean SG a cuenta de sus constantes anuncios publicitarios. O sea, la confirmación televisiva de la mirada hollywoodina a través de la historia, incluida la actualidad pese al imparable avance demográfico de dicha comunidad dentro de los Estados Unidos.
Son espeluznantemente repulsivos segmentos y personajes de SG a la manera de Miss Colita (la selección del trasero más grande), Miss Chiquitita (niñas modelando como mujeres), el panel infantil, el “reencuentro” de familiares “perdidos”, el Chacal de la Trompeta, la Cuatro Dientes o Doña Concha, que interpretara el comediante Adonis Losada, procesado en Miami por 66 cargos de pornografía infantil. De acoso sexual también fue acusado, aunque sin llegar a la corte en su caso, Don Francisco, el presentador chileno de origen judío-alemán, cuyo nombre real es Mario Kreutzberger.
Dicho multimillonario sujeto -de tendencias megalómanas y marcado egocentrismo, explícitos en denigrante texto firmado por él mismo- emigró a EUA luego de los días de gloria de la dictadura del general golpista Augusto Pinochet, cuando, por supuesto, su muy político modelo de evasión “apolítica” alcanzó los mejores índices de audiencia allí (el ¡80 por ciento¡ de rating). Él “entretenía” al pueblo, mientras la hiena usurpadora de La Moneda asesinaba a mansalva, con el beneplácito y la orientación directa de CIA/Casa Blanca.

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