EL DUENDE (Max Lesnik)
Los Republicanos ciertamente ya están bien preocupados por el fenómeno Trump. Un hombre que cuando lanzó al ruedo su aspiración presidencial el resto de los aspirantes de ese Partido a la Casa Blanca lo tomaron en broma calificándolo de payaso de circo, ahora están horrorizados al ver que el pintoresco millonario sigue subiendo puntos en las encuestas dejándolos a todos ellos muy atrás, amenazando con la posibilidad de convertirse en el hombre a derrotar en la Convención Nacional Republicana donde se escogerá por ellos el candidato a la presidencia que deberá enfrentarse al contrincante Demócrata en los comicios del año 2016.
Lo cierto es que Trump no sale de un show televisivo si no es para entrar en otro y con ello ganar más puntos en las encuestas. Ya casi tiene más apoyo entre los Republicanos que el resto de todos los demás aspirantes juntos, algo que es bien serio para todos ellos, muy especialmente para Jeb Bush a quien se le daba por seguro como el más fuerte candidato para ganar la postulación Republicana a la presidencia.
El mejor ejemplo de las habilidades de Trump para estar en el centro de la atención está en mini-debate con el conductor de noticias de la cadena hispana Univisión Jorge Ramos, un reconocido activista de la causa de los inmigrantes indocumentados, a quienes, el magnate millonario Republicano dice que los deportará por millones si fuera electo presidente, a lo que añade que construirá un muro a lo largo de toda la frontera con Méjico para ninguno de ellos pueda regresar a Estados Unidos.
No importa que Ramos se haya anotado un tanto con el público hispano con su enfrentamiento con Trump, porque a fin de cuentas este le sacó mejor partido con el público televidente norteamericano, puesto que ante sus seguidores se mostró como un hombre firme en sus convicciones que no se deja manipular por un periodista agresivo y que no se anda con chiquitas cuando alguien trata de enmendarle la plana. Prueba al canto de que Trump fue quien ganó con la polémica con Jorge Ramos, es que de nuevo éste subió en las encuestas.
A fin de cuentas hay que preocuparse más por la manera absurda y estúpida de una parte apreciable del electorado norteamericano que por el mismo Trump. No importa que Trump diga cosas disparatadas que parezcan absurdas para la mayoría de los norteamericanos si por otra parte uno de los dos grandes Partidos políticos de Estados Unidos, el Republicano, es sacudido en sus cimientos por un hombre que dice disparates pero que su mensaje radical racista es saludado con aplausos por la extrema derecha norteamericana en la que hay que incluir a buena parte de los cubanos del sur de La Florida.
Mejor preocuparnos por Estados Unidos que por Donald Trump. Su trompeta será desafinada e incierta pero hay muchos que bailan aquí al ritmo de su música racista. Una trompeta desafinada sonó una vez con Hitler en la Alemania de los años 30 del pasado siglo XX y miren que fue lo que pasó después. Ahí se las dejo y los pongo a pensar. (Radio Miami)
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