Tras la entrada de Rusia a combatir al terrorismo, Siria se ha convertido en el nuevo y más reciente escenario de las campañas de mentiras mediáticas. |
Engaño, manipulación es cuanto despacha la sentina planetaria mediática, desde altares controlados por poderosos conglomerados de poder o familias oligárquicas dueños del monopolio de la palabra, al servicio absoluto de las ideologías imperiales.
Tremebundas distopías recreadas por excepcionales autores de ciencia ficción se hacen realidad en la prensa occidental hoy.
La dictadura del verbo beatifica las matanzas imperiales, obnubila los sentidos receptores del lector/espectador/oyente y sataniza las diferencias de ideología, credos, modelos de pensamiento. La “veracidad” de los hechos queda establecida a partir del goebbeliano sistema de la repetición; sin vía a la opinión alternativa ni al contraste de fuentes.
Los comités de prensa del Pentágono, los voceros de la Casa Blanca o los caudillos de la OTAN emiten sus briefings. Lo más fácil, redituable y político es clonar tales comunicados a través de infinidad de órganos, propiedad de unos pocos emporios. Así, prosiguen lo comenzado antes de las contiendas bélicas, cuando la industria de la mentira participa activamente en la articulación de las campañas de propaganda.
En la enajenación mental, adoctrinamiento, manipulación y engaño de la gente durante tales “cargas previas” a las intervenciones, participan especialistas militares, psicólogos, psiquiatras, tanques pensantes, académicos contratados por sueldos fabulosos. El reportero se limita a consignar su firma.
Como aseverase públicamente William Colby, exdirector de la Agencia, “La CIA controla a todos los que son importantes en los medios de comunicación”.
Los modos de penetración ideológica y cultural quedaron bien definidos desde el plan Santa Fe II, del gobierno de Ronald Reagan. La prensa a la vanguardia.
Cuando Bill Clinton ordenó la agresión a Yugoslavia escribí un artículo titulado Misiles desde el aire y misiles desde los medios. Es que así, de siempre, opera esto.
Descontextualización, tramoya, desinformación, difamación, sobredimensionamiento de hechos, silencio total sobre todo cuanto signifique punto a favor del enemigo, referencias sesgadas e intoxicación permanente representan solo algunos de los resortes manejados para elaborar leyendas negras y demonizar a naciones con posiciones ideológicas contrarias al discurso hegemónico: Venezuela, China, Rusia…
Lo siniestro hoy resulta asumido en tanto espectáculo, de manera que los grandes medios occidentales más que proporcionar noticias legítimas solo tienden a ejecutar performances, representaciones ficticias. Cuando los reporteros quieren decir la verdad sin cortapisas, les cierran el acceso, cual sucedió durante el desastre de British Petroleum en el Golfo de México.
Verdad, pluralidad, objetividad, neutralidad, responsabilidad, justicia —los grandes valores del oficio—, no pasan en tales escenarios de mera entelequia, comodín ajustado a la presunta autonomía del cuarto poder. No hay lugar para el disenso allí, en ningún sentido.
“Libertad de prensa” sea quizás uno de los engaños más flagrantes de la sociedad occidental. Ya tan temprano como en1980 (el tinglado mediático mutó ostensiblemente de entonces a acá), el periodista de The New York Times, John Swinton, reflexionaba, citado en Labor’s Untold Story, de Richard O. Boyer y Herbert M. Morais: “En Estados Unidos, actualmente, no existe prensa libre e independiente. Ustedes lo saben tan bien como yo. Ni uno solo de entre ustedes se atreve a escribir sus opiniones honradas, y saben muy bien que si lo hicieran no se publicarían. Me pagan un sueldo para que no publique mis opiniones, y todos sabemos que si osáramos hacerlo nos encontraríamos en la calle de inmediato. La labor del periodista es la destrucción de la verdad, la mentira flagrante, la perversión de los hechos y la manipulación de la opinión al servicio de las potencias económicas. Somos herramientas obedientes de los ricos y poderosos que mueven los hilos entre bastidores. Nuestros talentos, nuestras capacidades y nuestras vidas pertenecen a esos hombres. Somos prostitutas del intelecto. Todo esto, ¡ustedes lo saben tan bien como yo!”.
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