Giovanni Ferraro (*)
El cándido comportamiento de Rusia y China el pasado 17 de marzo en el Consejo de Seguridad de la ONU facilitó a la Organización del Atlántico Norte (OTAN) la reconquista colonial de Libia, un siglo después de la ocupación de Italia con la guerra de 1911-’12.
Como muestra de gratitud, aun cuando no ha podido constituir gobierno, el autotitulado Consejo Nacional de Transición, impuesto por las bombas y el apoyo de fuerzas mercenarias, ha ofrecido su territorio a Occidente para el establecimiento de una gran base militar de la Alianza imperialista, plataforma geoestratégica donde Estados Unidos prevé el emplazamiento de 12 000 efectivos.
Aquellos que en su momento no utilizaron el derecho de veto para impedir los ataques aéreos a Libia, asistirán ahora al despliegue en la región del Magreb del AFRICOM, un comando continental que, aunque operativo desde el 30 de septiembre de 2008, debió instalar su sede en Stuggart, (Alemania), pues hasta ahora ninguno de los países lo había aceptado a su interior.
El apetito de la OTAN y del verdadero “Imperio del Mal” ha crecido: está latente la posibilidad de una intervención contra Siria y otra contra Irán, esta última nación acusada de dar uso militar a la energía atómica.
Sería un ejercicio inútil enzarzarse en una discusión huera sobre la supuesta voluntad de los gobernantes iraníes de procurarse armas nucleares o si el director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) Yukiya Amano, está al servicio de los intereses de Washington, tal como lo demostró de forma clara el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, durante la agresión a Libia de los colonialistas del siglo XXI.
No vale la pena ni intentarlo.
En especial cuando se conoce con certeza que la OIEA jamás se preocupó por indagar sobre la creciente posesión de armas nucleares por parte de Israel (¿cuántas son? ¡200! ¿más?). Ni tan siquiera cuando el gobierno de Tel Aviv y sus aliados entregaron bombas atómicas al régimen del Apartheid en África del Sur ¿Hay evidencias de que alguien protestara el descabellado acto?
Si se tiene buena memoria es fácil recordar que aquel armamento en manos de un gobierno beligerante pendió como espada de Damocles sobre las tropas internacionalistas cubanas que combatían al agresor sudafricano en Angola y Namibia. ¿Quién protestó entonces?
Cuando el sha Reza Pahlevi, aliado del imperialismo, oprimía a los iraníes, en Occidente nadie se tomó la molestia en averiguar sobre las maniobras del gobernante para proveerse de bombas nucleares.
La República Popular Democrática de Corea no ha sido agredida porque tiene un potencial atómico para defenderse.
Es inobjetablemente peligrosa la proliferación de este tipo de armamento, pero si Irán, como hizo Israel, quiere obtener la máxima garantía de defensa posible por medio de la posesión de las armas más disuasivas, al régimen sionista no le quedaría otro remedio que convivir con este país, tal como en calidad de naciones colindantes lo han tenido que aceptar, escaramuzas aparte, Pakistán y la India.
En fecha reciente, la embajadora estadounidense ante la ONU, Susan Rice, declaró a la BBC con referencia a Irán: “Soy una convencida de que el cambio de régimen va a ser nuestra única opción aquí”. ¿Pueden Rusia y China asistir pasivamente a una prolongada agresión israelo-estadounidense a la república Islámica de Irán, con el propósito de constituir un gobierno títere de los EE.UU.?
Irán limita por el norte con Rusia. ¡Puede esta nación admitir el asentamiento de un régimen fantoche del imperialismo en su frontera meridional? ¿Conviene a la República Popular China otro acercamiento de contención cerca de sus confines, después del aumento de la presencia de los soldados estadounidenses en las Filipinas y la inminente llegada de un contingente que permanecerá en una isla al norte de Australia?
Sueñan Israel y EEUU si piensan que en Irán podrían repetir, sin que medie una respuesta contundente, la aventura de 1981, cuando la aviación sionista destruyó un reactor nuclear en Irak, o la más reciente de 2007, en que hicieron lo mismo en Siria. Sería de extremo peligro para la paz mundial, como apunta en sus más recientes Reflexiones el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro.
En un hipócrita juego de las partes entre los dos aliados carnales, Israel podría bombardear las instalaciones nucleares en Irán para ponerlas fuera de uso. Simulando no haber sido consultado o avisado, EEUU activaría una ofensiva diplomática para evitar represalias del agredido.
Justo cuando se intensifica la campaña electoral de cara a los comicios de medio término, no conviene a la actual administración yanqui ocupar el primer lugar en el ataque. La intervención sería inevitable en el caso de una reacción amplia y contundente de Teherán, amén del previsible desate de revueltas en varios países de esa convulsa región.
Israel, por su parte, no podría sostener una guerra de larga duración en varios frentes sin el apoyo del Imperio. El gobierno sionista podría embestir a Siria, Líbano y Palestina a la vez, pero ¿por cuánto tiempo sería capaz de mantener su esfuerzo bélico? (Continuará)
Profesor italiano radicado en Cuba, es Licenciado
en Historia Moderna. Y autor de los ensayos
¡Gracias, catrachos! (diciembre/2009), Justicia y
libertad para los Cinco (julio/2004) y sucesivamente
en italiano Giustizia e libertá per i Cinque (junio/2005)
y Liberateli inmediatamente (septiembre/2005)
No hay comentarios:
Publicar un comentario