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sábado, 26 de noviembre de 2011

¿Conviene atacar a Irán? (II Parte, final) (+ Vídeo)

Ante la amenaza de posibles ataques militares, la
Armada iraní adquirió tres submarinos de pequeño
porte del tipo Ghadir provistos de tecnología que
evita sonares y dispara misiles y torpedos a la vez.
Giovanni Ferraro (*)

Con una superficie casi idéntica, pero una población que supera a la libia en más de 72 millones de habitantes, Irán dista bastante de semejarse al país norafricano. No obstante, igual que a Libia, le costaría resistir de forma prolongada la potencia militar de los Estados Unidos y su aliado Israel si la agresión fuera consumada a lo largo de muchos meses por la marina y la aviación de ambas naciones imperialistas y se realizara exclusivamente en suelo persa.
Es obvio. Tal como vemos sucede en Irak desde hace casi una década y ahora en la otrora Jamahiria Árabe, los vencedores se apropiarían del petróleo y gas natural del subsuelo iraní.
Si la aventura bélica prosperara contra Irán, y tal cual pinta el panorama ahora mismo el pretexto fuera una agresión “aliada” contra Damasco bajo supuestos “pabellones humanitarios de la ONU” (el gobiero de Teherán ha dicho que acudirá en defensa de Siria), el conflicto alcanzaría proporciones internacionales y el planeta al borde de una tercera y tal vez última guerra mundial.

Porque Irán está en condiciones de causar daños enormes a las economías de varios países del área, la mayoría, por no decir que todos, aliados con los Estados Unidos.
El cruce de los barcos cisternas por el estrecho de Ormuz, entre el Golfo Pérsico y el de Omán, se haría imposible con el hundimiento de  unos pocos buques de regulares proporciones en algunos trechos del concurrido canal, cuya profundidad media es de 80 metros. La obstrucción impediría el tránsito de los petroleros y el precio del crudo dispararse a topes inimaginables.
Para los acaparadores tal inconveniente consumaría un sueño, pero el costo del daño general resultaría enorme porque por esa vía circula cerca del 40 % de la producción mundial del llamado oro negro.
Para no tener que sufrir aislado los devastadores bombardeos enemigos, a Irán le basta con extender la guerra a los países colindantes y enviar sus tropas al otro lado del Golfo Pérsico. Serían inmensas sus pérdidas humanas y materiales, si no trasladara una parte de la conflagración bélica fuera de su territorio.
Los iraníes confinan con Irak por el oeste. A pesar del tremendo conflicto, de casi ocho años, que provocó millones de muertos, promovido entre los dos países por Saddam Husseim, entonces fiel aliado de EEUU, no se debe pasar por alto el detalle de que en ambas naciones resultan mayoría las facciones de religión chiíta y podrían establecer una convergencia de intereses para liberar a los iraquíes de los mercenarios y militares extranjeros que los dominan y explotan.
En el campo de las hipótesis, cabe igual posibilidad de comunión de Irán por el este con Afganistán para combatir a las tropas de la llamada fuerza de paz de la OTAN.
En la frontera sur-oriental la nación persa limita con Pakistán, que posee armas nucleares y clasifica entre las naciones aliadas de Washington. Sin embargo, el reiterado irrespeto a su soberanía bajo el pretexto yanqui de combatir a las guerrillas de Al Queda ha creado asperezas y las relaciones bilaterales en la actualidad no son del todo cordiales. Cabe preguntar entonces ¿ Cómo se comportarían los gobernantes de Islamabad si una parte considerable del pueblo y las fuerzas armadas exigieran apoyar a los iraníes en caso de una eventual agresión militar?
Estados Unidos mantiene una fuerza de más de 40 000 militares en el lado occidental del Golfo Pérsico y una potente flota de la US Navy tiene su base en Bahrein. Con total certeza, los medios bélicos y las tropas dislocadas en el área serían utilizados para destruir las defensas iraníes, pero como efecto de una guerra, en los países del área que tienen reyes despóticos y regímenes reaccionarios podrían surgir brotes revolucionarios de incalculable desenlace.
Una aventura bélica contra Irán lleva a pensar en el involucramiento en el conflicto de países como Turquía (Rusia tendría que disuadirla de intervenir contra los persas), Siria, Líbano, Palestina, Jordania. La mayoría lo haría a favor de Irán.
Si el organizado y potente movimiento de los indignados en Israel se movilizara para evitar una guerra de imprevisibles alcance y consecuencias, con pérdidas humanas y materiales aterradoras, estaría dando un noble aporte a la paz mundial y de paso contribuiría a la distensión en las relaciones con sus vecinos. ¿Es tan difícil aceptar la existencia de un Estado palestino en las fronteras de 1967?
¿Hasta cuándo puede EEUU continuar con su política belicista, mientras sus preocupantes déficit crecen y la crisis económica se torna cada vez más irreversible? La pobreza y la desesperación de decenas y decenas de millones de estadounidenses aumentan. Las masas se opondrán a nuevas y criminales aventuras de conquista como ocurrió durante la larga y sangrienta intervención en Vietnam.
El inevitable desastre del capitalismo norteamericano no puede ser superado mediante nuevos conflictos promovidos por el complejo militar industrial.
Obama, Premio Nobel de la hipocresía y genocida de los pueblos afgano, iraquí, pakistaní y libio no puede ilusionarse con obtener la unidad nacional comprometiéndose en una conflagración que implicaría por fin la utilización de tropas terrestres, con el consabido alto coste de vidas de estadounidenses. ¿Piensa el actual inquilino de la Casa Blanca que ganará las elecciones elevando con desmesura los gastos para matar a cuenta de más recortes sociales?
Confío en que los líderes de las grandes potencias, reflexionando como el autor de estas consideraciones sobre el caótico panorama bélico aquí planteado, encuentren una salida negociada y pacífica al delicado asunto.
No creo en la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial, que tendría como única y definitiva consecuencia el fin de la vida humana. A pesar de la irresponsabilidad criminal de tantos jefes de Estados importantes, mi conclusión es: a nadie conviene atacar a Irán. Hay que parar esta locura ahora porque luego será demasiado tarde.



 

Profesor italiano radicado en Cuba, licenciado 
en Historia Moderna y autor de los ensayos  
¡Gracias, catrachos! (diciembre/2009), Justicia y 
libertad para los Cinco (julio/2004) y sucesivamente 
en italiano Giustizia e libertá per i Cinque (junio/2005) 
y Liberateli inmediatamente (septiembre/2005)



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