(...) Eso no tiene nada que ver con lo que ha ocurrido, y con lo que era el status quo existente en los países del norte de África, en los países árabes; eso no tiene nada que ver, ni con lo que ha ocurrido en Egipto, en Marruecos, en Libia… No tiene nada que ver porque ni la cultura, ni el régimen político, ni el proceso histórico que condujo a eso tienen nada que ver. Se habla, algunos analistas hacen comparaciones traídas por los pelos, que le adjudican a los celulares, a Facebook y a Twitter la posibilidad de la subversión, ser el instrumento de la subversión; eso es absolutamente ridículo, eso es como creer que hubo revoluciones políticas producidas por el teléfono y el telégrafo; eso es conferirles a los aparatos, a la tecnología, un poder de fuerza de expresión, de motivo y de causa en el desencadenamiento de un proceso de transformación social y política.
Esos procesos tuvieron lugar en los países árabes, donde unos regímenes muy autoritarios y que cada vez menos reflejan los intereses de la población se desmoronan. En Cuba, en estos veinte años, de dificultades económicas, serias, de malestar e incluso de crisis de valores, en todos estos años no ha habido realmente signos significativos de inestabilidad política. Y no porque la política cubana sea más efectiva que ninguna otra; de hecho la política cubana no utiliza la violencia, los medios de represión que son tan comunes en casi todas partes, incluyendo los Estados Unidos, para reprimir las manifestaciones; y lo otro sería pensar que el pueblo cubano, en una situación de decisión de que eso fuera el mejor camino, no tendría el valor de hacerlo porque le tiene miedo a la policía. Eso es ridículo; de hecho, lo que ocurre es que el consenso político que se rearticula en este contexto de los años 90 y de los años 2000, es un consenso político que demanda un sistema más descentralizado, un sistema que involucre un espacio mayor para el sector no estatal; una reducción del aparato burocrático y una serie de medidas que devuelvan a la población el estándar de vida que logró tener en los años 80 y que fue fruto del socialismo. Un modelo socialista que en el tiempo dejó de tener capacidad para seguir manteniendo ese alto nivel; no solamente, repito, por la caída de la Unión Soviética. Lo que ocurre, por consiguiente, ahora, es que ese cambio de consenso también es un consenso donde hay una coincidencia en torno a no producir situaciones de perturbación del orden, de violencia pública, de alteración, de uso de medios de fuerza para resolver este problema. Muy pocas personas en Cuba realmente piensan, incluso personas que están en la oposición al gobierno, realmente piensan que la mejor manera de resolver esto, esta situación en la que nosotros hemos estado es la de recurrir a la violencia, la de recurrir a la insurgencia, la de recurrir a la perturbación del orden, y eso es muy evidente para cualquiera que visite Cuba, y es más evidente obviamente para el que vive dentro de Cuba. Las soluciones tienen que ser soluciones graduales, que no se demoren, en donde no se pare de avanzar, donde no se pare de transformar, de crear un espacio en donde los ciudadanos puedan tener un trabajo digno, ganar lo suficiente para obtener los productos en el mercado, y por supuesto tener un espacio, tener un discurso crítico. El gobierno cubano ha llamado a la discrepancia, ha llamado a la expresión de criterios, ha llamado a la discusión crítica de las políticas. Hay muy pocos gobiernos, yo no conozco a ninguno, que antes de lanzar una política de ajuste, antes de lanzar una política de transformación del modelo económico, someta ese documento a la discusión de millones de sus ciudadanos, y eso ha ocurrido; o sea, el debate público en Cuba constituye una forma de apropiación por parte de la ciudadanía de los cambios políticos, porque la expresión de los criterios de las personas, de los simples ciudadanos, ha sido un paso fundamental, tan fundamental como las medidas que se han aprobado, como las medidas que faltan por aprobar, como las políticas que se han adoptado y las que no se han adoptado y se deben adoptar, tan importante como eso, son los debates que ha habido en torno a esas políticas; y yo creo que ese es un debate fundamentalmente democrático, y por consiguiente el espacio para que surja la primavera árabe, o el derrumbe, el caos, la implosión del socialismo está fuera del horizonte actual.
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