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sábado, 12 de mayo de 2012

15-M: El día que el mundo adquirió conciencia del poder del 99 %

Collage/15/M   / Fanal Cubano

363 días después de que el Movimiento 15-M naciera en las principales calles y plazas españolas, los indignados han vuelto este sábado a protestar en demanda de una democracia real, para cambios sociales y luchar por la participación ciudadana.
"El cambio es seguro. No hay marcha atrás". Christian, miembro de Democracia Real Ya (DRY), ve al Movimiento 15-M más vivo y con más razones que nunca:
ahora hay más desempleados y más desahuciados; la reforma laboral ha mermado los derechos de los trabajadores (aquellos que por suerte han conseguido preservarlo) y el estado del bienestar agoniza después de los últimos recortes del Gobierno en educación, sanidad y otros servicios sociales.
Los motivos para la indignación que germinaron aquella manifestación del 15 de mayo de 2011 a la que nadie auguró la trascendencia que finalmente tuvo, y que fraguó un movimiento a nivel internacional, parecen más claros que nunca. Más vigentes que entonces. Su objetivo, como el de las que recorrieron hoy las principales ciudades, era reclamar más democracia. Tratar de menguar la capacidad de decisión de la política de los despachos y en contraposición hacer prevalecer la de las asambleas, las reuniones y la participación.
Un año después, el experimento se enfrenta a su reválida. Y lo hace en un nuevo escenario. La ciudadanía ya puede ver con perspectiva el recorrido del movimiento y su verdadera capacidad de influir en las decisiones de las diferentes administraciones. Estas, principalmente las gobernadas por el PP, tratan de presentar al 15-M como un problema de orden público.

UN MOVIMIENTO CONSOLIDADO

"El 15-M ha cambiado las reglas de la política", sostiene Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca. El Movimiento nació hace un año como una nueva forma de protesta lejos de las banderas de los partidos políticos o de los sindicatos. Nadie sabía qué podía esperarse de aquellas protestas. Pero lo cierto es que hoy, quienes secundan las movilizaciones, lo hacen a conciencia.
Cuando surgió el 15-M la lucha social se encontraba en horas bajas. Los sindicatos atravesaban por uno de sus peores momentos, con su popularidad por los suelos tras aprobar con el Gobierno socialista una reforma laboral que redujo los días de indemnización por despido improcedente. Desde el 15 de mayo de 2011 y, sobre todo, desde que el Ejecutivo de Mariano Rajoy ha empezado a tomar decisiones, las calles se han vuelto a convertir en escenarios de protestas bajo las banderas de los sindicatos y de los partidos políticos de izquierda. El 29 de marzo hubo una huelga general contra la reforma laboral del PP y, posteriormente, las calles se han llenado de ciudadanos que han reivindicado el carácter público de la sanidad, o que han exigido a los gobernantes que luchen por la calidad de la enseñanza. El 15-M convive, un año, después con todas esas reivindicaciones que sí han ondeado sus propias banderas con color político.
Fernández Enguita cree que la lucha sindical es compatible con el 15-M.
Christian, de DRY, considera que la gente "percibe que le está cambiando la realidad" y como la situación ha empeorado, secundará cada nueva convocatoria que se lance. "La política está extendida en la calle. Se ha democratizado el actuar y el sentir", añade, por su parte una simpatizante de Acampada Sol.

FENÓMENO MUNDIAL: DE SOL A WALL STREET

El 15-M fue precursor a nivel internacional. Los españoles pusieran de manifiesto su indignación en las principales plazas del país y, después, hicieron lo propio los vecinos de ciudades europeas como Londres o París. En el último año el Movimiento ha proliferado por todo el globo. De Hong Kong a Auckland, y de Tokyo a Nueva York. Precisamente, en septiembre de 2011, Occupy Wall Street, el heredero norteamericano del 15-M, revolucionó la actualidad política de los Estados Unidos. El único arma con el que las autoridades de aquel país consiguieron acallar la protesta fue a través de la represión policial.
"El menoscabo del Estado del bienestar es global", denuncia Ana Alleres, que no cree que porque el movimiento se haya desinflado aparentemente en otras ciudades del mundo, vaya a suceder lo mismo en las movilizaciones españolas. Christian, de DRY, cree que el 15-M "puso a España en el mapa", ya que el país "no era conocido por los movimientos sociales" hasta que estalló la indignación.


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