Morgan Freeman y Matt Damon, interpretando, respectivamente, a Nelson Mandela y a Francois Pienaar, en una escena de 'Invictus'. / Foto: Warner Pictures. |
Con Invictus, protagonizada por actores de la talla de Morgan Freeman (Mandela) o Matt Damon (Francois Pienaar, capitán de los Springboks), el oscarizado Eastwood produjo un largometraje en el que, de manera bien reduccionista se pretende presentar el controvertido tema de la unión racial del pueblo surafricano a través del deporte nacional: el rugby. Propongo ver la crítica que al respecto hace el especialista Julio Martínez Molina en su blog La Viña de los Lumiere.
De lo que nadie tiene duda alguna es que el magnetismo y la mística en torno a la personalidad patriarcal del venerado expresidente sudafricano y líder antiapartheid fue —y me aventuro a vaticinar será en el futuro— fuente de inspiración para muchos directores del séptimo arte.
Según consta, cuatro filmes, contado Invictus, se aventuraron en plasmar en celuloide la vida del Tata Madiba, figura icónica del pueblo sudafricano que ahora mismo llora su deceso.
Por orden de realización, figuran Mandela and De Klerk (Joseph Sargent, 1997), el primero de los acercamientos a la historia de 27 largos años de confinamiento iniciada el 12 de junio de 1964, cuando Nelson Mandela, junto con un número de militantes antiapartheid, fue condenado a cadena perpetua bajo los cargos de traición. La película, hecha para la televisión, cuenta sobre el juicio, su posterior encarcelamiento en la prisión de Robben Island y el gradual proceso de conversión en un símbolo de la lucha contra la política segregacionista, hasta culminar en cómo gana la libertad para él y la mayoría negra en Sudáfrica. Mandela y De Klerk fueron interpretados por los actores Sidney Poitier y Michael Caine, respectivamente, nominados ambos a los Premios Emmy en las categorías de Mejor Actor Protagónico y Mejor Actor Secundario.
Diez años más tarde fue estrenada Adiós Bafana (Bille August, 2007), una coproducción entre Gran Bretaña, Alemania, Francia, Bélgica e Italia, cuyos 140 minutos de duración recrean la larga estadía de Mandela en la cárcel del régimen sudafricano y un hecho de la vida real: la relación que estableció el líder sudafricano con un guardia blanco, James Gregory, oficial de censura en Robben Island.
Sin mayores glorias, Joseph Fiennes, como James Gregory, y Dennis Haysbert en el papel de Nelson Mandela sustentan la historia fílmica, cuyo basamento argumental, sin embargo, ha sido motivo de larga controversia. El guión, escrito a partir de la autobiografía Goodbye Bafana: Nelson Mandela, My Prisoner, My Friend, fue cuestionado por Anthony Sampson, amigo de Mandela. En el libro Mandela: the Authorised Biography, Sampson acusa a James Gregory —quien murió de cáncer en 2003—, de mentir y violar la privacidad de Madiba. Sampson dijo que Gregory raramente habló con Mandela, a quien censuró las cartas enviadas y usó la información contenida para fabricar una relación cercana con él.
Apenas dos años después del estreno de Adiós Bafana, Clint Eastwood se nos aparece con la ya referida Invictus, su "hollywoodiciana" visión de un apacible Mandela pulsando los resortes del deporte como medio para la reconciliación nacional entre una mayoría negra sometida durante siglos por una minoría racista blanca. De todas, las anteriores, para mi la más cercana a un tratamiento caricaturesco de aquel que sobre la libertad dijo: "Ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás".
La más reciente película, Mandela: Long Walk to Freedom (Justin Chadwick, 2013) es objeto de proyección por estos días finales de año en los circuitos mundiales de estreno. Según la crítica, el filme toma como lente el idilio del venerado icono mundial con la mujer que más lo marcó, Winnie Mandela, con quien estuvo casado 38 años, y recuerda su largo y tortuoso camino hacia la libertad enfatizando el lado más humano de Mandela.
"En esencia, es una historia de amor entre Nelson y Winnie pero también entre Nelson y su país, y de lo que tuvo que soportar para luego ser capaz de perdonar", sintetizó a los medios Idris Elba, el actor que encarna al presidente sudafricano en la película.
Para el artista que encandiló con su magnético papel de gángster en la serie de culto estadounidense The Wire, esa relación "ofrece un punto de entrada a todas estas facciones diferentes de la película: El 'apartheid', sus orígenes, los problemas de Winnie. Se trata del perdón y de seguir adelante".
Durante 146 minutos, con un guión de William Nicholson adaptado de la autobiografía Long Walk to Freedom, publicada en 1994 por el fallecido líder antiapartheid, el espectador viaja hasta la infancia rural de Madiba -nombre del clan de Mandela en lengua xhosa-, considerado una de las figuras más importantes del siglo XX.
De allí, Chadwick revisa los 67 años que el líder surafricano dedicó a luchar de forma incansable contra el Gobierno racista del "apartheid"; muestra las vejaciones sufridas durante 27 años en la prisión de Robben Island (Ciudad del Cabo), donde Mandela ingresó para cumplir una cadena perpetua, y culmina con su elección como primer presidente negro de Suráfrica en 1994.
Todo ello en el empeño de mostrarnos la Nelson y Winnie "como hombre y mujer; a Mandela como amante, padre, marido o abuelo, como un joven con esperanzas, ambiciones y sueños y a Winnie como mujer, madre y abuela".
Yo estoy seguro que Mandela: Long Walk to Freedom, no será el último de los intentos por tratar de atrapar para la posteridad, el carisma, la nobleza y todo aquello que representó Tata Madiba como paradigma de quienes creen en la posibilidad de un mundo mejor, todavía posible, donde los hombres emulen a aquel que hoy lloran millones en el planeta.
Les propongo ver uno de los trailers promocionales de la última de las entregas cinematográficas en torno a la excepcional vida de Nelson Mandela:
Morgan Freeman se entrega en cuerpo y alma para dar vida a Nelson Mandela, regalando una interpretación ejemplar que sólo puede ser disfrutada en su totalidad en versión original (con el acento surafricano y su forma, con pausas, de decir las cosas). Matt Damon también está creíble como el capitán de los Springboks, Francois Pienaar, funcionando igualmente bien el resto del reparto, un grupo de secundarios sólido, siendo mayoritariamente intérpretes desconocidos, lo que sirve para reforzar, en parte, la sensación de "realidad". consulta medico pediatra medico doctor dermatologo veterinario veterinario ask to consulta abogado abogado abogado abogado abogado psicologo doctor psicologo abogado abogado Los aciertos continúan con una potentísima puesta en escena, un sentido del espectáculo único que es capaz de interesar e incluso emocionar a quienes (como un servidor) no tienen ni idea de rugby. Lamentablemente falta algo en este relato, quizá cierta sobriedad, que habrían hecho de Invictus un film menos "para pasar el rato" y más "para grabarse a fuego en la memoria
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