El estadista ruso inició por Cuba la relevante gira por América Latina, un evidente paso hacia la búsqueda de aliados para el nuevo y necesario mundo multipolar. |
La posición geopolítica de Rusia es determinante en el mundo actual para contrarrestar la avalancha hegemónica de EE.UU. La visita realizada recientemente por el Presidente ruso Vladimir Putin a la América Latina adquiere en estos momentos una relevancia extraordinaria que no todos han sabido aquilatar. Esta no es solo relevante para la subregión sino que también es trascendental para el futuro del gigante ruso.
La existencia del mundo unipolar, aunque esto no es absolutamente cierto, ha traído no pocos sinsabores a las naciones que representan a los “60 o más rincones oscuros en el mundo”. Las guerras se han sucedido de forma cuasi diarias, la mentira y la fabricación de pretextos se ha convertido en algo tan cotidiano que los representantes del Eje de la Guerra, encabezados por EE.UU, ni siquiera se sonrojan en decirlas, ya es parte intrínseca de su personalidad.
No es un secreto para nadie que los habitantes de los países pequeños claman a gritos por una multipolaridad que no llega y que de seguir demorando, llegará tarde para muchos de ellos.
Recientemente hicimos un análisis de como se ha comportado EE.UU y sus aliados después de la caída del campo socialista y el comienzo del llamado mundo unipolar, donde un gobierno totalitario como el estadounidense ejerce sus dictad a golpe de hierro con uranio empobrecido.
Desde 1990 hasta el 2011 los militares estadounidenses han participado en más de 100 operaciones militares de diferentes envergaduras pero con un invariable fin —imponer sus reglas en el mundo unipolar.
Son de todos conocidas la Invasión a Afganistán, Irak y Sudan, la intervención en Panamá el asesoramiento y apoyo de los golpes de estado en Honduras y otras naciones cuyos gobiernos no han sido de su agrado. Incluso en catástrofes naturales como el terremoto de Pakistán y Haití, en que enviaron equipos médicos, no para socorrer a los decenas de miles de víctimas, sino para entrenar a sus servicios militares en el manejo de crisis de grandes magnitudes.
Las agresiones a Afganistán, Irak, Libia, Sudán, Panamá, Siria y Serbia, demuestran que lejos de traer la democracia, la bota norteamericana lo único que ha traído consigo es a las transnacionales que ahora campean indiscriminadamente por estos países.
Es en este contexto, donde se encuentran en desarrollo varias operaciones de “cambio de regímenes” en el mundo, que se produce la visita de Vladimir Putin a América Latina.
No hay dudas que es Rusia la Gran Nación llamada a jugar el papel de contrapeso a la hegemonía norteamericana en el mundo actual. Esto no es un capricho ni un deseo no realizado, sino que responde a un conjunto de premisas y condiciones que sería muy extenso analizar aquí. Solo mencionaremos algo – Rusia posee todo lo necesario para ser una gran potencia; capacidad independiente de la economía, espacio vital, potencial económico y militar y mentalidad de centro de poder. Que le falta – Los aliados, que perdió por la política suicida y estúpida de los años 90 encabezadas por los pusilánimes Gorbachov y Yeltsin, nombres estos que deberían ser maldecidos por el pueblo ruso.
Pero, ¿Por qué es trascendental la visita de Putin a la subregión?
Ante todo, debemos considerar que es precisamente en AL donde se está desarrollando el proceso de independencia política y económica más auténtico e interesante en el mundo actual, que representa uno de los ejes de resistencia a la implantación del proyecto hegemónico norteamericano.
Por otro lado la dinámica de desarrollo económico, sustentada por los recursos naturales que posee la región, hace más atractivo el proyecto latinoamericano.
Si analizamos con detenimiento los movimientos del ajedrez político que tuvo Putin durante la visita, podremos darnos cuenta de que indiscutiblemente el gigante ruso parece despertar de su letargo geoestratégico y se encamina a jugar su ineludible papel en la coyuntura actual, convertirse en la contraparte del proyecto “Made in USA”.
La visita la comenzó Putin por su antiguo socio —Cuba— que dicho sea de paso ha demostrado ser más firme en su condición de socio que el gigante euroasiático. A pesar de la debacle propiciada por los innombrables a los que hicimos referencia en los años 90 y la situación en que estos acontecimientos pusieron a la pequeña isla, estos resistieron lo que nadie espero que pudieran resistir y ahora sin resquemores restablecen sus relaciones con el antiguo y necesario socio.
Muchos piensan que para Cuba la relación con Rusia es solo un problema de encontrar un paraguas para sostener su economía y aunque este argumento no está descartado, es por mucho insuficiente para comprender como los cubanos manejan sus relaciones estratégicas.
Nadie duda que el paso ruso de prácticamente condonar la “deuda” que tenían los cubanos con la antigua URSS y heredada de forma arbitraria por la Rusia de Yeltsin, sea trascendental para la economía y la estabilidad de la isla caribeña. Pero este paso hay que interpretarlo de otra forma, ya que se había convertido en un obstáculo para mejorar las relaciones entre ambos países y tanto Rusia como Cuba necesitaban fortalecer sus lazos estratégicos.
Para Rusia la relación con Cuba, a pesar de su tamaño, significa un paso estratégico indispensable en el mapa geopolítico actual, habida cuenta del peso político y moral que tiene la isla entre las naciones que no están dispuestas a subordinarse al dictad de Washington. Para muchos el ejemplo de resistencia y habilidad con que los dirigentes cubanos han puesto a la pequeña isla en el mapa geopolítico mundial, es un “aval” que les sirve de referencia y utilizar este “aval” es crucial para la visión estratégica de los rusos.
Cuando Putin firmo el acuerdo de “condonación” de la deuda cubana, no estaba regalando nada a los cubanos, en realidad esa “deuda” había sido justificada plenamente por la Isla de la Libertad que no solo apoyo a sus antiguos socios con los movimientos de liberación nacional que en esa época tanto necesitaban de este apoyo, sino y que ayudo a la economía rusa comprando artículos que no tenían mercados en ningún lugar y abasteciendo a la URSS de alimentos que favorecían ampliamente los precios de producción por sus propios medios.
Para comprender esta afirmación emplearemos un solo ejemplo. La azúcar cubana, que a raíz de los convenios firmados por ambas naciones, se adquiriría por la URSS a precios superiores que en el mercado de remates mundial, representaba para los soviéticos un ahorro sustancial, pues el costo de producción en su país empleando la remolacha como materia prima era evidentemente superior al pactado con los cubanos, por lo que representaba un ahorro para los soviéticos, amén de que les permitiría liberar grandes extensiones de tierras para en lugar de la remolacha producir otros renglones agrícolas indispensables para abastecer al enorme país.
Por otro lado se habla mucho de la ayuda militar de los soviéticos a Cuba, lo que no deja de ser cierto, pero esto tenía una compensación extraordinaria, pues en el balance estratégico tener la posibilidad de poseer un ejército aliado en las mismas narices de su enemigo jurado era para la URSS estratégicamente indispensable.
Es por ello que la Rusia de Putin logró comprender la importancia de quitar del cuello de los cubanos esa soga que los asfixiaba y que de cierta forma no tenía basamento legal ni moral y que por demás estaba impidiendo el desarrollo de las necesarias relaciones entre los dos antiguos aliados.
La sorpresiva visita a Nicaragua demostró que Putin estaba dispuesto a aprovechar todas las perspectivas que le ofrecía AL y de paso ampliar su campo de acción, pues en Centroamérica este país juega un papel muy importante.
Claro que los gigantes latinoamericanos fueron parte de esta nueva proyección rusa en la región, pues Argentina y Brasil son sin dudas las más poderosas economías subregionales y su incorporación a la estrategia rusa tiene un peso fundamental para garantizar el éxito de esta relación. Las actuales negociaciones que tiene Rusia con estos países para que sustituyan las ventas de alimentos que fueron “sancionadas” por EE.UU y Europa, demuestran lo acertado y oportuno del movimiento hacia AL.
Claro que los acuerdos alcanzados en el marco de los BRICS con la participación latinoamericana posee un peso importante en el reordenamiento de las relaciones rusas con el exterior y en la aceptación latinoamericana de Rusia y China como socios estratégicos, amén del papel que pueden jugar India y Sudáfrica en esta constelación.
Pero no solo miran los rusos a estos países, sino que han logrado fortalecer igualmente las relaciones con otros países latinoamericanos más cercanos a EE.UU, como es el caso de Chile y Perú, lo que da una perspectiva más amplia a su proyección estratégica.
También son importantes las relaciones que puedan establecer con otros actores más pequeños pero no menos importantes, como Uruguay y Panamá.
Al final la visita de Putin a AL es interpretada por algunos como una acción de Marketing económico que tiene como único objetivo capturar mercados que tradicionalmente pertenecen a EE.UU.
A mi modesto entender esto va más allá de esa simplificada interpretación y parece que estamos viviendo el renacer del gigante ruso y el aumento de su influencia en la arena internacional que indiscutiblemente servirá de contrapeso a la tempestad hegemónica que EE.UU ha desatado en el mundo.
Es obvio que los estadounidenses tratarán por todos los medios de contrarrestar esta tendencia y para ello utilizara todos los recursos y mañas que han perfeccionado durante estos años.
Pero la pregunta a contestar en esta situación es: ¿Mantendrán los rusos el rumbo? ¿No cederán ante la presión norteamericana? ¿Será para ellos la posición “constructiva” con los norteamericanos la guía que determinará hasta donde pueden llegar y a donde no?
Esperamos que esta vez los rusos, cuyas tradiciones marineras nadie discute, recuerden el viejo refrán que versa: Cuando no hay viento, …Rema. (Tomado de Contrainjerencia)
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