La candidata demócrata, Hillary Clinton, abraza a su esposo Bill Clinton en un acto de campaña este domingo en Iowa. /Foto: Reuters |
Al cubrir el proceso electoral estadounidense durante más de 20 años, hemos tenido que reportar sobre fraudes masivos, maniobras para suprimir el voto de ciertos sectores, el hecho de que aquí no todo voto es contado, la corrupción del proceso por miles de millones de dólares provenientes de lugares oscuros y el uso ultrasofisticado y siempre tramposo de la propaganda, entre otras cosas, pero a la vez también hemos contado sobre insurgencias electorales, movimientos espontáneos que asustaron a las cúpulas, momentos breves en los que irrumpió una expresión solidaria y noble, rompiendo el cinismo tan integral a este sistema que se proclama modelo para el mundo.
Noam Chomsky ha reiterado durante años que "las elecciones son en gran medida una fiesta de relaciones públicas. Sólo abordan de manera marginal los temas; son más que nada un espectáculo". Señala que durante décadas la opinión mayoritaria del pueblo registrada en las encuestas es casi opuesta a las decisiones de sus supuestos representantes. Subraya que es casi imposible que gane algún candidato que realmente represente los intereses de los de abajo "en nuestro sistema, el cual no es una democracia, sino una plutocracia".
Varios intelectuales destacados –desde los economistas premios Nobel Joseph Stiglitz y Paul Krugman, al gran veterano del periodismo Bill Moyers, entre otros– han sonado esta misma alarma de que el país se está volviendo una plutocracia, en una oligarquía.
Gore Vidal no se cansaba de repetir que “Estados Unidos sólo tiene un partido –el de la propiedad, el de las grandes empresas, el del dinero, con dos alas derechas: una demócrata y la otra republicana”.
Vidal, a finales de su vida, denunció el fin de la república, llamaba al país "Estados Unidos de la Amnesia", donde su historia real quedó en el olvido, y acusó a los medios de colaborar: "nuestros regentes no quieren que sepamos nada. Cuando uno tiene una prensa como la nuestra, uno ya no tiene una ciudadanía informada".
La cobertura mediática sigue como si nada de esto estuviera ocurriendo (ningún medio masivo tradicional cita o entrevista a Chomsky y, tal vez por esa enfermedad de amnesia, pocos recuerdan a Vidal). Los noticieros de 24 horas encabezados por CNN, Fox News y MSNBC, entre otros, las agencias de noticias, los principales rotativos cubren la elección como cualquier otra (con algunas excepciones notables), imponen una visión oficial que casi todos estamos obligados a seguir. Así, la mayoría reportaremos sobre cada paso de este concurso, esta carrera de caballos con apuestas multimillonarias, coordinada y manejada –como han señalado repetidamente Chomsky y otros– por la industria de relaciones públicas y publicidad, o sea, los mismos encargados de vender productos como automóviles o pasta de dientes.
Sin embargo, esta pugna electoral hasta ahora no ha seguido el guión impuesto por las cúpulas. La toma del Partido Republicano por una "insurgencia radical" de derecha, encabezada por Donald Trump y Ted Cruz, ha atraído la mayor atención alrededor del mundo.
Pero a la vez, la dinámica a principios de este proceso electoral no se ha definido sólo por la derecha, sino también por el surgimiento del proclamado socialista democrático Bernie Sanders (cuyas posiciones lo definirían como un socialdemócrata en cualquier otro país), quien goza de mayor apoyo popular que Trump entre el electorado, y quien también está provocando alarma –y hasta histeria– entre las cúpulas políticas y económicas del país.
Chomsky afirmó en una entrevista reciente que Sanders está haciendo "cosas buenas y valientes, organizando a mucha gente", pero advirtió que sus perspectivas son casi nulas a largo plazo justo por los intereses que dominan este proceso político. Opinó que esa campaña "debería ser dirigida hacia un movimiento popular que usaría la elección como un incentivo para después continuar, y eso no está ocurriendo. Cuando se acabe la elección, ese movimiento va a morir, y eso es un error serio. Lo único que llevará a un cambio significativo son movimientos populares continuos y dedicados que no presten atención al ciclo electoral".
Sin embargo, lo que queda claro por ahora es que hay un hartazgo con el statu quo, con más de lo mismo, algo que se expresa tanto por la derecha como por la izquierda. Trump es un fenómeno alarmante por razones obvias. Pero la expresión progresista desencadenada por Sanders es igualmente sorprendente para las cúpulas. No hay nada que asuste más a las cúpulas que la democracia real –la participación masiva, independiente y constante de sectores sociales conscientes–, y por ahora se portan a veces como si estuvieran al borde de una crisis nerviosa.
En un acto masivo de Sanders este fin de semana, justo antes del inicio del ciclo de elecciones primarias que arrancarán en Iowa este lunes, el acto culminó con el precandidato, un grupo musical y miles de sus seguidores cantando This land is your land, del legendario cantautor radical popular Woody Guthrie, que entre sus estrofas dice: "al ir caminando/me topé con un anuncio ahí/de un lado decía propiedad privada/del otro lado no decía nada/ese lado está hecho para ti y para mí".
Que en medio de Iowa retumben los ecos de lo que es un himno al pueblo de este país compuesto por Guthrie, quien tenía escrito sobre su guitarra "esta máquina mata fascistas", y que los jóvenes conozcan la letra para cantarla junto con el precandidato más viejo en esta contienda, pues tal vez…
Tal vez la amnesia se fracturó tantito, tal vez ese mar de personas, sobre todo jóvenes, recordó un eco de las luchas de sus antecesores por los derechos de todos los presentes, tal vez se dieron cuenta de que esto se trata de mucho más que sólo ir a depositar una boleta cada cuatro años, a petición de los dueños del sistema.
Tal vez desde atrás del espectáculo se asomará un poco de democracia en este ciclo electoral que arranca este lunes en el país más poderoso del planeta. (Tomado de La Jornada)
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