Edmundo García
El lunes 7 de marzo salió en The Hill, el periódico del Congreso de los Estados Unidos, un artículo firmado por Alfredo Estrada. Este señor nació en La Habana, es editor de una publicación periódica titulada Latino Magazine que se hace desde Austin, Texas, y es autor de uno de los tantos libros que se han escrito sobre la relación de Hemingway con La Habana. Un tema que se repite en casi todos los periodistas norteamericanos que se interesan por Cuba.
El artículo de Estrada, titulado “Barack Obama, our man in Havana?”, se suma a la retahíla de trabajos que de forma poco realista se dirigen a personalidades prácticamente inaccesibles para quienes escriben, dándoles consejos que los mismos remitentes saben que los destinatarios no van a seguir.
Aunque la siguiente no es la única recomendación que Estrada le hace al presidente Barack Obama en su artículo en The Hill, sí es la principal, la que justifica su devaneo. Aparece al final y dice sin más: “Don’t go to Cuba, Mr. President”.
¿Qué existe detrás de que el señor Estrada se dirija al presidente Obama como un socito, como su “Ambia”, pidiéndole que suspenda la visita a La Habana? Quizás ignorancia, desconocimiento o simplemente falta de atención a la forma en que desde el 17 de diciembre de 2014 ambos gobiernos, tanto el de Estados Unidos como el de Cuba, han informado sobre las razones históricas, políticas y económicas que les han convencido de que es mejor dejar atrás décadas de enfrentamiento y comenzar un proceso de normalización de relaciones tan complejo, que requiere combinar certeramente audacia y sabiduría política.
Estrada cree, con ironía pero lo cree, que el viaje de Obama a Cuba puede responder a los antojos del presidente; a un deseo personal nacido tras un comentario de Jay Z (y Beyonce): “Perhaps his pal Jay Z told him it would be ‘fun’”, escribe el señor Estrada; o al deseo de Obama de visitar la casa de Hemingway como un turista norteamericano más; lo que quizás sea el deseo del propio autor, motivado por la estancia cubana del Premio Nobel. Y también cree que el presidente Obama querría ir para conocer personalmente al Comandante Fidel Castro, líder histórico de la Revolución Cubana, lo que me parece un deseo legítimo que comparten millones de personas en el mundo.
Es difícil entender por qué Estrada no ha leído, o comprendido, algo que se ha repetido muchas veces: que Estados Unidos tiene intereses especiales en su relación con Cuba, y que la visita oficial del presidente Obama a la isla es un punto cimero y lógico de un proceso de negociación donde Cuba también tiene intereses sobre la mesa, los cuales va a defender de igual a igual frente a un país tan poderoso como Estados Unidos. Y también presentará necesarias exigencias de reparación de injusticias; las prioritarias, según destaca el editorial de Granma titulado La visita a Cuba del Presidente Barack Obama, el fin del embargo y la devolución del territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo.
El presidente Obama no va a Cuba ni a hacer turismo ni a cumplir rutinas de protocolo: va a trabajar. Es cierto que la visita tiene un significado histórico porque es la primera que hace un presidente norteamericano en funciones desde que Calvin Coolidge visitó la isla en enero de 1928; pero esas son implicaciones que se dan alrededor de un diálogo que incluye temas como la emigración, el intercambio de información, los controles en fronteras, la seguridad de ambos países y sus relaciones económicas, sobre las que se ha dicho habrá anuncios importantes.
Otro de los consejos que Estrada se atreve a dar a Obama en su artículo, un poco insultante, es que el presidente debe tomar lecciones de historia. Clases que seguramente Estrada cree que está en condiciones de impartirle. Una creencia por lo visto equivocada, porque Estrada demuestra un conocimiento bastante superficial de la historia cubana, al situar en el mismo grupo al dictador Gerardo Machado, al conspirador, demagogo y golpista Fulgencio Batista y al revolucionario Fidel Castro, Comandante en Jefe de la Revolución Cubana. Esta equiparación, que Estrada no acompaña de explicaciones, muestra que es él quien está necesitado de estudiar y sobre todo sentir con seriedad la historia de Cuba.
Pero hay peores momentos en el artículo de Estrada en The Hill. De historiador aficionado baja a manipulador o víctima de la falsa información sobre el tema de Cuba. A Estrada se le ve la intención. Como lo que desea es desacreditar el viaje del presidente Obama a Cuba, ya que suspendérselo le es imposible, no le basta con repetir a coro que en la isla hay “represión”. Decir solo eso no le sirve pues no aporta ningún nuevo elemento convincente por el que ahora, en marzo del 2016, Obama deba cambiar su agenda. Es por eso que sigue la letanía de los grupos de la derecha que quieren hacer creer que el problema es que en Cuba la represión ha aumentado logrando un pico precisa y “casualmente” en este mes de marzo; supuestamente en cada nuevo domingo.
Estrada dice que en el 2010 en Cuba hubo 2,074 arrestos; en el 2011 unos 4,123 y en el 2015 la cifra de 8,616 arrestos. Siguiendo esa ficticia tendencia, el 21 de marzo de este 2016, cuando el presidente Obama esté en La Habana, a lo mejor no se encuentra a nadie en el aeropuerto porque todo el mundo estaría detenido.
Estrada dice que saca estos datos de un reporte de The Washington Post. Lo dice como si este periódico tuviera el prestigio de antes y no hubiera caído en la actual deriva editorial que lo lleva a veces a posiciones tan reaccionarias que parecen propias de los grupos contrarrevolucionarios del sur de la Florida. Lo que no se pregunta el señor Estrada es de dónde sacan The Washington Post y otros periódicos como El Nuevo Herald esos datos sobre Cuba.
Ese tipo de pseudo información se consigue de la fábrica de mentiras que son los propios grupos llamados “disidentes” y “opositores” que se dedican a reportar sobre ellos mismos. Un caso singular es la llamada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CDHRN), a la que muchos medios citan, y que es dirigida por Elizardo Sánchez Santa Cruz. En las listas de detenidos, arrestados y presos políticos confeccionadas por Elizardo han aparecido integrantes de la selección de fútbol de Bolivia, voleibolistas peruanos y guaracheros de muchas latitudes. Además de los predispuestos periódicos anticubanos interesados en la difamación de la Revolución, a Elizardo Sánchez solo le creen ya otras dos personas, El Camaján y el agente Juana, que son él mismo.
Por supuesto que el presidente Obama va a ir a Cuba a pesar de los “consejos” de Alfredo Estrada. Pero antes de terminar debo añadir otra cosa. He investigado sobre el trabajo de Alfredo Estrada y he revisado algunos números de su revista Latino Magazine, que se auto define como voz de la comunidad hispana. Y es cierto, en sus páginas se encuentran algunos artículos responsables, con deseos de asumir causas justas y contribuir a la comunidad desde el periodismo. Por eso es contraproducente que la misma persona que encabeza esa publicación pueda ser tan parcial cuando trata el tema cubano. ¿Resentimiento? ¿Mala fe de un cubano con su propia tierra? ¿Algún financiamiento no revelado? ¿Contacto con grupos extremistas de Miami u otros enclavados en Texas? Algo habrá detrás de este sesgado artículo de Alfredo Estrada publicado en The Hill. (Tomado de La Tarde se Mueve)
- Cuenta del autor en Twitter: @edmundogarcia65
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